¡A vino nuevo, odres nuevos!.
Mc 2, 18-22
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
OBEDECER A DIOS
La Palabra del Señor nos pone hoy en guardia: ¡cuidado con administrar la relación «religiosa»
según nuestra necesidad particular de seguridad! Podríamos darnos cuenta de que
interpretamos la Escritura con el criterio de la racionalidad para protegernos de su propuesta de
radicalismo, que nos descoloca. O bien podríamos descubrir que «usamos» el culto como
mampara para poner a cubierto una presunta santidad construida a nuestra propia medida.
El Señor nos recuerda hoy, de manera inequívoca, que la relación con él sólo es auténtica
cuando se modula sobre la obediencia. Ésa es la única seguridad. Obedecer a Dios significa
estar con el corazón y la mente abiertos, dispuestos a vibrar con todo soplo del Espíritu,
prefiriéndolo a nuestro «sentido común»; disponibles para comprobar la consistencia de
nuestras formas exteriores habituales de expresar la fe y para convertirnos a una mayor
autenticidad, comprometiendo en ella nuestra vida.
Dios se entrega del todo, de modo imprevisible, sorprendente. ¿Somos capaces de mostrarnos
acogedores y dispuestos a adherirnos a su Novedad?
ORACION
Señor Jesús, tú que fuiste obediente en todo al Padre, enséñame a no buscar mi voluntad, sino
la suya. Hazme comprender que eso no significa abdicar de mi capacidad de elección, sino vivir
con libertad y gratuidad el don que soy. Me resulta fácil, Señor, encontrarme a mis anchas en la
lógica, incluso religiosa, que me he construido y considerar como «hereje» a quien no la
sigue...
Que yo madure, Señor, al calor de tu Espíritu, la inteligencia de mi corazón, para no
encerrarme en mis razonables certezas y permanecer abierto a las exigencias de tu Palabra,
novedad inagotable.