EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Marcos 3,13-19.
Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él,
y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar
con el poder de expulsar a los demonios.
Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro;
Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre
de Boanerges, es decir, hijos del trueno;
luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo,
Simón, el Cananeo,
y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.
Comentario del Evangelio por
Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Iglesia «Lumen gentium», § 26 (trad. © Libreria
Editrice Vaticana)
«Instituyó a doce para que sean con él ": los obispos, los sucesores de los
apóstoles
El Obispo, por estar revestido de la plenitud del sacramento del orden, es «el
administrador de la gracia del supremo sacerdocio», sobre todo en la Eucaristía,
que él mismo celebra o procura que sea celebrada, y mediante la cual la Iglesia
vive y crece continuamente. Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente
en todas las legítimas reuniones locales de los fieles, que, unidas a sus pastores,
reciben también en el Nuevo Testamento el nombre de iglesias (Hch. 8,1; 14,22)..
Ellas son, en su lugar, el Pueblo nuevo, llamado por Dios en el Espíritu Santo y en
gran plenitud (cf. 1 Ts 1,5). En ellas se congregan los fieles por la predicación del
Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del Señor «para que por
medio del cuerpo y de la sangre del Señor quede unida toda la fraternidad».
En toda comunidad de altar, bajo el sagrado ministerio del Obispo, se
manifiesta el símbolo de aquella caridad y «unidad del Cuerpo místico, sin la cual
no puede haber salvación». En estas comunidades, aunque sean frecuentemente
pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, está presente Cristo, por cuya virtud se
congrega la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Pues «la participación del
cuerpo y sangre de Cristo hace que pasemos a ser aquello que recibimos».
Así, los Obispos, orando y trabajando por el pueblo, difunden de muchas
maneras y con abundancia la plenitud de la santidad de Cristo. Por medio del
ministerio de la palabra comunican la virtud de Dios a los creyentes para la
salvación (cf. Rm 1,16), y por medio de los sacramentos, cuya administración
legítima y fructuosa regulan ellos con su autoridad, santifican a los fieles.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”