Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR
Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia
Homilía de S.E. Cardenal Julio Terrazas Sandoval
Domingo 15 de enero de 2011
Basílica Menor de San Lorenzo Mártir
El Señor nos permite una vez más ponernos delante de Él para escuchar su
palabra…
"Escucha la súplica de tu pueblo y concede la paz a nuestro pueblo"
… Hay que seguir rezando, el pueblo tiene que rezar para que la paz de Dios llegue
a nosotros en este tiempo. El tiempo que vivimos con el dolor y el
sufrimiento de los hermanos de Yapacaní, debería ser tiempo de paz, en el
que resuene solamente la racionalidad de un diálogo constructivo y se
silencien los ruidos y las armas mortales.
Paz para aquellos hermanos en situación de discapacidad que siguen su camino sin
ser escuchados, sin ser tomados en cuenta; tenemos que pedir la paz, pero
no la paz de la represión sino la paz de construir un reino para todos.
Que esa paz que todos deseamos en lugar de ser construida por todos, parece ser
privilegio de algunos que piensan que tienen la soluciones totales para los
problemas humanos. Es importante que en medio de tantas situaciones
malas, agradezcamos a Dios por otras cosas muy positivas como el Congreso
Nacional de los jóvenes en Cochabamba, a ellos los saludamos y a ellos les
pedimos que al igual que Samuel, escuchen la Palabra y se comprometan a
hacerla realidad con nuevos bríos, creando nuevas formas de convivir y de
hacer una Patria digna”.
Queremos saludar a toda la vida consagrada que ha tenido también su encuentro
en Cochabamba, Y a un grupo de jóvenes que en nuestro Seminario están
en discernimiento para ver si siguen o no al Señor de manera más radical.
En este ambiente es que el Señor vuelve a llamarnos como lo llamó a Samuel, una,
dos, tres veces le habla y Samuel no entiende esa Palabra.
¡Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad! Debería ser también la expresión hoy de
nuestra Iglesia en Bolivia, denuestra Iglesia en el mundo, porque la voluntad
de Dios sigue siendo que haya paz para todos y que se cierren para siempre
las nuevas tumbas que seguimos excavando para enterrar a nuestros
enemigos.
Queremos ver dónde vives…¡Vengan y lo verán!
Hay que moverse para ir al encuentro del Señor, hay que moverse para ir al diálogo
con el Señor. Hay que ver dónde se encuentra este Dios de la vida y vamos a
ir descubriendo que este nuestro Dios sigue hoy presente también en
muchos lugares, lugares donde se desprecia la vida del otro, lugares donde
las armas suplen el diálogo, lugares donde todo es odio, rencor y
confrontación, lugares donde se hace marchar a la gente para que se oponga
a los otros, lugares en los que se olvida que la naturaleza no es para llenarla
de cosas modernas sino para salvarla en bien de toda la humanidad.
Nadie puede estar tranquilos mientras haya injusticas, nadie puede ser tan
insensible ante el dolor, el sufrimiento y la pobreza de muchísimos de
nuestros hermanos, si bien es verdad que algunos han superado esos
estados de pobreza, hay también miles de hermanos en Bolivia y en el
mundo y en américa latina que siguen pidiendo y rogando por un pedazo de
pan.
Vengan y vean: esta es una invitación a la Iglesia, la Iglesia no puede estar
ausente, no puede refugiarse en sus sacristías como desean algunos, no
pude subirse a las nubes parano contemplar la realidad de cada día; La
Iglesia, es decir nosotros bautizados, tenemos que estar para luchar y
trabajar por el bien de los demás, por la construcción de ese reino de nuestro
Dios, reino de Paz para todos, reino de justicia, reino de amor, reino de
fraternidad, capacidad de perdón y de reconciliación que tanto necesitamos
hoy con urgencia y en estos momentos muy duros para la vida de nuestro
país.
Invitamos a toda nuestra Iglesia y nuestro país en este domingo a volver a
escuchar con temor y con amor esa preocupación de nuestro Dios que quiere
que escuchemos su palabra y quiere que la pongamos en práctica.
Vengan y vean cual es la salvación que El trae, cual es el proyecto de nueva vida
que El ofrece a las personas, vengan y vean a tantos jóvenes abatidos,
venga y vean el mercantilismo que se hace del espíritu y del cuerpo en estos
días.