Jueves 19 de Enero de 2012
Jueves 2ª semana de tiempo ordinario 2012
Primer Libro de Samuel 18,6-9.19,1-7.
A su regreso, después que David derrotó al filisteo, las mujeres de todas las
ciudades de Israel salían a recibir al rey Saúl, cantando y bailando, al son jubiloso
de tamboriles y triángulos.
Y mientras danzaban, las mujeres cantaban a coro: "Saúl ha matado a miles
y David a decenas de miles".
Saúl se puso furioso y muy disgustado por todo aquello, pensó: "A David le
atribuyen los diez mil, y a mí tan sólo los mil. ¡Ya no le falta más que la realeza!".
Y a partir de ese día, Saúl miró con malos ojos a David.
Saúl habló a su hijo Jonatán y a todos sus servidores de su proyecto de
matar a David. Pero Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David,
y lo puso sobre aviso, diciéndole: "Mi padre Saúl intenta matarte. Ten mucho
cuidado mañana por la mañana; retírate a un lugar oculto y no te dejes ver.
Yo saldré y me quedaré junto con mi padre en el campo donde tú estés; le
hablaré de ti, veré que pasa y te lo comunicaré".
Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David, y le dijo: "Que el rey no
peque contra su servidor David, ya que él no ha pecado contra ti. Al contrario, sus
acciones te reportan grandes beneficios.
El se jugó la vida cuando derrotó al filisteo, y el Señor dio una gran victoria a
todo Israel. Si tanto te alegraste al verlo, ¿por qué vas a pecar con sangre
inocente, matando a David sin motivo?".
Saúl hizo caso a Jonatán y pronunció este juramento: "¡Por la vida del Señor,
no morirá!".
Jonatán llamó a David y lo puso al tanto de todo. Luego lo llevó a la
presencia de Saúl, y David quedó a su servicio como antes.
Salmo 55,2-3.9-13.
R/Ten piedad de mí, Señor, porque me asedian, todo el día me combaten y
me oprimen: mis enemigos me asedian sin cesar, son muchos los que combaten
contra mí.
Tú has anotado los pasos de mi destierro; recoge mis lágrimas en tu odre:
¿acaso no está todo registrado en tu Libro?
Mis enemigos retrocederán cuando te invoque. Yo sé muy bien que Dios está
de mi parte; confío en Dios y alabo su palabra; confío en él y ya no temo: ¿qué
pueden hacerme los hombres?
Debo cumplir, Dios mío, los votos que te hice: te ofreceré sacrificios de
alabanza,
Evangelio según San Marcos 3,7-12.
Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud
de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y
Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la
muchedumbre no lo apretujara. Porque, como curaba a muchos, todos los que
padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo. Y los espíritus impuros,
apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero
Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
COMENTARIOS
Desde el comienzo de su actividad evangelizadora, Jesús enfrenta diversos
adversarios que se oponen a su misión o que tratan de distorsionarla. Los llamados
«espíritus inmundos» son algunos de los principales opositores. Aunque retroceden
ante el avance de Jesús, tratan de entorpecer su acción haciendo aclamaciones
acerca de su misión. Para la gente de hoy, resulta un poco desconcertante la
presencia de estos “espíritus”. Los medios de información se han encargado de
convertir el ámbito espiritual en un ámbito de suspense y de terror. En la época de
Jesús el espíritu inmundo era aquella ideología que se apoderaba de la persona y la
enajenaba hasta tal punto de hacerla una persona inmunda, que se caracterizaba
por su vocabulario soez y por sus acciones contra la higiene y las costumbres
sociales. En la actualidad muchas personas, particularmente jóvenes, buscan llamar
la atención mediante el uso de vestimentas ofensivas o colocándose sobre el cuerpo
piezas de metal, o tatuajes, que los hacen parecer inmundos a los ojos del sistema
social. A estas personas Jesús también les hace un llamado para que se integren a
la vida y rompan con esos hábitos, que lo único que hacen es incrementar el
rechazo social.
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de servicios KOINONÍA)