DOMINGO TERCER0. TIEMPO ORDINARIO. CICLO B.
Mc. 1, 14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el
Evangelio de Dios. Decía:
-- Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed
en el Evangelio.
Pasando junto al lado de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que
eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:
-- Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano
Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su
padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
CUENTO: EL MONJE RICO Y EL MONJE POBRE
En una ciudad había dos monasterios. Uno era muy rico, mientras el otro
era muy pobre. Un día, uno de los monjes pobres bajó al monasterio de los
monjes ricos para saludar a un amigo que tenía allí.
- Durante cierto tiempo no volveremos a vernos, amigo mío, dijo el monje
pobre. Voy a emprender como peregrino un largo viaje y a visitar cien
grandes santuarios. Acompáñame con tus oraciones porque deberé escalar
grandes montañas y atravesar ríos peligrosos.
- ¿Y qué llevarás contigo para un viaje tan largo y arriesgado?, - preguntó
el monje rico.
- Sólo una taza para el agua y una escudilla para el arroz, - sonrió el monje
pobre.
El otro quedó muy sorprendido y lo miró severamente.
- ¡Tú simplificas demasiado las cosas, amigo mío! No hay que ser tan
atolondrado y tan poco previsor. También yo voy a iniciar la peregrinación a
los cien santuarios, pero no partiré ciertamente hasta que no esté seguro de
tener conmigo todo lo que me pueda ser útil para el viaje.
Un año más tarde, el monje pobre volvió a casa y se apresuró a visitar al
amigo rico para contarle la grande y rica experiencia espiritual que había
adquirido durante la peregrinación. El monje rico manifestó sólo una pizca
de contrariedad, cuando debió confesar:
- Desgraciadamente, yo no he logrado aún acabar mis preparativos para la
peregrinación.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Seguimos este domingo con un relato también vocacional. De nuevo Jesús
llamando a sus discípulos, esta vez para enviarlos a una misión importante:
ser pescadores de hombres. El domingo pasado también se narraba el
encuentro con Pedro y Andrés pero en clave de relación. Y es que la fe
cristiana tiene estos dos polos insustituibles: encuentro y misión. Hoy, un
alumno de bachillerato, de 17 años, me decía que el cristianismo no
necesitaba de la mística, que el cristianismo se basa en el amor, y que el
amor debe hacerle realidad en las acciones. Que el budismo sí que es una
mística. Por eso él entendía que los verdaderos cristianos son los
misioneros, los que están comprometidos, los que hacen algo por los
demás. Pero que los monjes o monjas de clausura no tienen ningún mérito
ni sirven para nada. Este alumno refleja lo que para muchos es el
cristianismo: una manera de actuar. Y la Iglesia una ONG más que hace
cosas por los demás. Se olvidan de que el cristianismo no es ante todo una
moral, un código de leyes, una acción. Tampoco es una doctrina social.
Aunque tiene de todo eso también. La fe cristiana es ante todo Jesucristo y
sin él, sin una relación de amistad transformadora con él, no hay
cristianismo. Pedro y Andrés, como a nosotros nos puede ocurrir también,
son primero llamados, convocados a vivir con Jesús, y desde este
encuentro, todo cambia para ellos, dejan su antigua profesión, se van tras
Jesús, son enviados. Sus vidas se han transfigurado. Dejarán todo por
Jesús. Ya no tendrán sus redes la importancia que tenían antes. Y el mar de
Galilea se hará ahora tan ancho como el mundo. Ya no pescarán peces,
saldrán a buscar hombres y mujeres para llevarlos a Cristo. ¿Qué pasa
entonces con tantos millones de cristianos que parece que no logran
transformar el mundo y hacerlo el reino de Dios? Pues sencillamente que no
se han encontrado muchos con Jesús, que no han dejado atrás las redes
antiguas, que no se han convertido de corazón. Y quizá entre esos cristianos
estemos todavía nosotros, que no dejamos atrás nuestra antigua vida:
egoísmos, comodidades, ambiciones, rencores, apegos. Seguimos, como el
monje rico del cuento, apegados a las cosas, acomodados, sin riesgo ni
valentía para emprender un nuevo camino ligeros de equipaje. Por eso no
avanzamos, no crecemos como cristianos, seguimos estancados, vivimos un
cristianismo fácil, cómodo, sin mucha complicación. Y compaginamos
tranquilamente nuestra fe con comportamientos que no son reflejos de un
verdadero cristiano. Y ahí está también el mal testimonio que damos, al
estar divididos en multitud de Iglesias, separados, pegados al pasado de
una historia que ya no sirve para nuestros días, ¡Cómo decir al mundo que
hay que unirse y vivir en paz si nosotros los propios cristianos estamos
enfrentados y no seguimos el mandato de Cristo de “ser uno para que el
mundo crea”! Ojalá que este domingo renovemos nuestro compromiso de
seguir en serio al Señor, de soltar las ataduras y aventurarnos con El,
dejando que nos transforme y nos llene de felicidades mejores. No es fácil,
porque a veces vivimos en una sociedad tan materialista y cómoda, que nos
impide tomar decisiones radicales. Tampoco se piden heroísmos, ni de dejar
los campos que Dios ya nos ha asignado: familia, trabajo, hogar, amigos,
ocio, comunidad. Pero sí que podemos cambiar ciertas actitudes, podemos
ser más amables, más solidarios, más generosos, más sonrientes, más
cariñosos, más comprensivos, menos intolerantes, más alegres. Sólo así
podemos ser pescadores de hombres, sólo así nos creerán y se preguntarán
qué o quién nos mueve a actuar de esta manera diferente a como actúa la
mayoría de la gente. Empecemos dando pequeños pasos, volvamos hoy a
decir a Jesús que Sí, que cuente con nosotros para evangelizar nuestro
mundo con los valores cristianos que son verdaderos valores humanos. Y
oremos por la unidad de todos los cristianos, llamados por Jesús, a dar
unidos testimonio de la fe y del amor. . ¡FELIZ SEMANA A TODOS!.