COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires –
ciclo 2012)
Domingo 22 de Enero de 2012
3º domingo del tiempo ordinario
Evangelio según San Marcos 1,14-20 (ciclo B)
“Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea.
Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: „El tiempo se ha
cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la
Buena Noticia‟. Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a
Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua,
porque eran pescadores. Jesús les dijo: „Síganme, y yo los haré
pescadores de hombres‟. Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y
lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo,
y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando
las redes. En seguida los llamó, y ellos, dejando en la barca a su
padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.”
Dios nos sigue llamando.
En el texto apreciamos que el tiempo de Dios se está cumpliendo, que no se
trata de una improvisación ya que todo se ha preparado y se ha pensado.
Dios fue preparando el pueblo de Israel frente a otros pueblos: primero lo
anunció con los Patriarcas, luego con los Profetas; así fue llevando a su
Pueblo y, en el último tiempo, nos habla a través de Juan el Bautista. Juan
es tomado preso por Herodes y ¿recuerdan lo que le pasó luego a él?: por
ser “la voz que clamaba en el desierto”
Y aquí está Jesús que llama a los Apóstoles de distintas formas, de distintas
maneras; irrumpe en la vida de ellos, ellos le escuchan y le responden. Y
esa respuesta, libre, pone todas las cosas en segundo lugar, como dice el
texto: “y dejando las redes lo siguieron”
Por eso la vocación personal es siempre personal; por eso la vocación es un
misterio y por eso Dios llama y elige a hombres, que quizás si nosotros
tuviéramos que elegirlos no lo haríamos. Pero el Señor, que tiene otra
mirada, sabe cómo elegir a sus Apóstoles, a sus discípulos. Pero con unas
condiciones: primero la confianza y creer en el Señor, y segundo la ruptura
y el cambio de vida dejándolo todo. Esto es muy importante: la intensidad y
la calidad del llamado también están supeditadas a la intensidad y calidad
de la respuesta, de la ruptura y del seguimiento al Señor.
Él nos sigue llamando porque no hace que vivamos en el pasado sino que
nos hace vivir en el presente. ¡Hoy el Señor me llama! ¡Hoy el Señor llama a
cada uno de ustedes! Y hay tiempos que son de la naturaleza, digamos
tiempos cósmicos, pero hay un tiempo que es histórico y personal; y Dios
siempre nos habla en el presente, en su presencia. No nos llamó sólo ayer,
nos llama hoy y nos seguirá llamando mañana. Tratar de escuchar al Señor
que llama y tratar de responder bien a ese llamado, ¡ante la excelencia de
Aquél que llama, cómo uno, dejando todo, lo sigue!
Yo creo que hay vocaciones en la Iglesia; vocaciones al sacerdocio
ministerial, vocaciones a la vida religiosa. Quizás a veces no hay buenos
interlocutores, pero también a veces hay gente que no quiere escuchar;
porque si escucha bien, sabe e intuye que tendrá que responder bien. No
tengan miedo, si el Señor llama da la gracia para secundar la respuesta.
Que el Señor, que nos sigue llamando, encuentre corazones que le sigan
respondiendo para gloria de Dios, para el bien de las almas y el bien de
nuestros hermanos.
Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.