El pesimismo es falta de confianza en Dios.
2012-01-23
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 22-30
En aquel tiempo, los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de
Jesús: “Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso
los echa fuera”.
Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: “¿Cómo puede Satanás
expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos no puede
subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si
Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado
su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si
primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.
Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus
blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón;
será reo de un pecado eterno”. Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar
poseído por un espíritu inmundo. Palabra del Señor.
Oración introductoria
Gracias, Padre mío, por recordarme la importancia de la unidad. Tú conoces mis
limitaciones y mis miserias y sabes cuánto falta me hace tu gracia para crecer en el
amor y ser factor de unidad en todas mis relaciones familiares y sociales.
Concédeme tu luz en esta oración para que sea la caridad la que me mueva
siempre a buscar la unión contigo y con los demás.
Petición
Jesús, ayúdame a conocer, vivir y transmitir tu amor.
Meditación
El pesimismo es falta de confianza en Dios.
«La búsqueda del restablecimiento de la unidad entre los cristianos divididos no
puede reducirse por tanto a un reconocimiento de las diferencias recíprocas y a la
consecución de una convivencia pacífica: lo que anhelamos es esa unidad por la
que Cristo mismo rezó y que por su naturaleza se manifiesta en la comunión de la
fe, de los sacramentos, del ministerio. El camino hacia esta unidad debe ser
advertido como imperativo moral, respuesta a una llamada precisa del Señor. Por
esto es necesario vencer la tentación de la resignación y del pesimismo, que es
falta de confianza en el poder del Espíritu Santo. Nuestro deber es proseguir con
pasión el camino hacia esta meta con un diálogo serio y riguroso para profundizar
en el común patrimonio teológico, litúrgico y espiritual; con el conocimiento
recíproco; con la formación ecuménica de las nuevas generaciones y, sobre todo,
con la conversión del corazón y con la oración» (Benedicto XVI, 25 de enero de
2011).
Reflexión apostólica
“Tenían un solo corazón y una sola alma”, dice la Escritura de la primitiva
comunidad cristiana. El Movimiento aspira a ser una familia unida dentro de la gran
familia de la Iglesia. Una familia integrada por muchos miembros, en la que
ninguno se sienta excluido y en la que cada uno está llamado a aportar el don de su
ser y de su disponibilidad para construir la unidad en el amor, a ejemplo de la
Iglesia, en la que si sufre un miembro todos los demás sufren con él y si uno es
honrado todos los demás toman parte de su gozo. Por eso, la caridad ha de ser
como su verdadero “aire de familia” (Manual del miembro del Movimiento Regnum
Christi , n. 92).
Propósito
Reconciliar a todos los cristianos en la unidad de una sola y única Iglesia de Cristo,
supera las fuerzas y las capacidades humanas, por eso hoy haré una oración por la
unidad.
Diálogo con Cristo
Una iglesia dividida, como cualquier familia, no puede subsistir. La persona misma,
dividida interiormente, tampoco puede subsistir. El pecado, particularmente aquel
que hiere la caridad, causa división. Los primeros cristianos me dan ejemplo
clarísimo de cómo vivir la unidad. Ellos superaron las barreras sociales, económicas
y culturales. Rezaban por los demás y se animaban unos a otros a perseverar en la
fe en Jesucristo. Ayúdame, Señor, a vivir así la caridad, no permitas que hiera
nunca la unidad. Que todas mis palabras y acciones sean para construir la caridad.
«Cristo en la familia es seguridad, es consuelo, es unión, es fuerza, es felicidad.
Con Cristo se tiene un motivo para saber sufrir, con Cristo se entiende la vida y sus
desconciertos, con Cristo todo parece más bello, con Cristo se disfruta plenamente
la vida»
( Cristo al centro, n. 888).