Predicación, fe, seguimiento
Homilía para el Domingo III del TO (Ciclo B)
El ministerio público de Jesús se inicia con su predicación, que anticipa y
prepara la futura predicacin de la Iglesia. Jesús anuncia “el Evangelio de
Dios” (cf Mc 1,14-20), la Buena Noticia de que un tiempo viejo se ha
cumplido y de que va a comenzar un tiempo nuevo, la nueva edad del Reino
de Dios. Este anuncio va acompaado de dos imperativos: “convertíos” y
“creed”.
La llamada a la conversión y a la fe recuerda el momento de nuestro
Bautismo, cuando empezamos a ser discípulos de Jesús. En la celebración
del sacramento del Bautismo ocupa un lugar destacado el anuncio de la
Palabra de Dios, que “ilumina con la verdad revelada a los candidatos y a la
asamblea y suscita la respuesta de la fe” ( Catecismo , 1236). De igual
modo, el Bautismo es “el lugar principal de la conversin primera y
fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo (cf. Hch 2,38)
se renuncia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos
los pecados y el don de la vida nueva” ( Catecismo , 1427).
Jonás, urgiendo a la ciudad de Nínive a la penitencia (cf Jon 3,1-5),
prefigura en cierto modo a Jesús. La Iglesia, siguiendo el ejemplo y el
mandato del Señor, ha de cumplir la misión profética de anunciar la Palabra
de Dios. No se trata, nos recuerda el papa, “de anunciar una palabra slo de
consuelo, sino que interpela, que llama a la conversión, que hace accesible
el encuentro con Él [con Jesús], por el cual florece una humanidad nueva”
( Verbum Domini , 93).
El Señor asocia muy pronto a los discípulos a la tarea de predicar el
Evangelio. La iniciativa de la llamada a los primeros discípulos es
completamente de Jesús. Es Él quien se mueve hacia ellos, quien se dirige
hacia sus vidas. Es Él quien los “ve”, con una percepcin no tanto de lo que
eran en ese momento, sino de lo que, con su ayuda, llegarán a ser. Es Él
quien, con una autoridad soberana, les manda seguirle.
La respuesta de los discípulos – de Simón y de Andrés, de Santiago y de
Juan – es de una obediencia instantánea al poder desbordante de la palabra
de Jesús. Dejan lo que estaban haciendo e, incluso, en el caso de Santiago
y de Juan, anteponen la llamada a los lazos familiares.
Jesús les transmite una promesa: “Venid conmigo y os haré pescadores de
hombres”. La imagen del “pescador de hombres” es polivalente. Serán
maestros que, con su predicación, ganarán nuevos discípulos. Serán
exorcistas, que sacarán a las personas del reino de Satán para colocarlas en
red segura de Dios. Serán soldados, que lucharán contra la fuerza del mal.
Serán pastores, que reunirán definitivamente al pueblo de Israel.
El Señor, por el Bautismo, nos ha asociado a su Persona y a su misión. Él
nos ha llamado a cada uno personalmente, “manifestando así que la vida
misma es vocación en relacin con Dios” ( Verbum Domini , 77). Que con la
ayuda de su gracia nos esforcemos cada día por responder desde la
conversión, la fe y la obediencia.
Guillermo Juan Morado.