Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Esquema 1: Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 3, Sábado
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: ¡He pecado contra el Señor! * ¿Quién es éste?
¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
Textos para este día:
2 Samuel 12,1-7a.10-17:
En aquellos días, el Señor envió a Natán a David. Entró Natán ante el rey y
le dijo: "Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico
tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una
corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus
hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo:
era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder
una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre
y convidó a su huésped."
David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: "Vive Dios, que
el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues
pagará cuatro veces el valor de la cordera." Natán dijo a David: "¡Eres tú!
Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme
despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo con
la espada amonita. Así dice el Señor: "Yo haré que de tu propia casa nazca
tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro,
que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a
escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día."" David respondió a
Natán: "¡He pecado contra el Señor!" Natán le dijo: "El Señor ha perdonado
tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has
hecho, el hijo que te ha nacido morirá."
Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había
dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño,
prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su
casa intentaron levantarlo, pero él se negó, ni quiso comer nada con ellos.
Marcos 4,35-41:
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla."
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo
acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la
barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un
almohadón. Lo despertaron, diciéndole: "Maestro, ¿no te importa que nos
hundamos?" Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: "¡Silencio,
cállate!" El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: "¿Por qué sois
tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?" Se quedaron espantados y se decían
unos a otros: "¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le
obedecen!"
Homilía
Temas de las lecturas: ¡He pecado contra el Señor! * ¿Quién es éste?
¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
1. El Llamado a la Conversión
1.1 Ayer oíamos una enseñanza del Papa Juan Pablo sobre el pecado.
Escuchemos hoy, en este primer punto, algunas de sus palabras sobre la
conversión, tema que aflora en la primera lectura de hoy. Corresponde a un
discurso suyo a los jóvenes con motivo de la Jornada Mundial de la
Juventud en 1999.
1.2 Antes de subir al Padre, Jesús confió a su Iglesia el ministerio de la
reconciliación (cf. Jn 20, 23). Por tanto, no basta sólo el arrepentimiento
interior para obtener el perdón de Dios. La reconciliación con él se obtiene
mediante la reconciliación con la comunidad eclesial. Por eso, el
reconocimiento de la culpa pasa a través de un gesto sacramental
concreto: el arrepentimiento y la confesión de los pecados, con el propósito
de vivir una vida nueva, ante el ministro de la Iglesia.
1.3 Por desgracia, el hombre contemporáneo, cuanto más pierde el sentido
el pecado, tanto menos recurre al perdón de Dios: de esto dependen
muchos de los problemas y las dificultades de nuestro tiempo. Durante
este año, os invito a redescubrir la belleza y la riqueza de gracia del
sacramento de la penitencia, releyendo atentamente la parábola del hijo
pródigo, en la que no se subraya tanto el pecado cuanto la ternura de Dios
y su misericordia. Al escuchar la Palabra en actitud de oración, de
contemplación, de admiración y de certeza, decid a Dios: "Te necesito,
cuento contigo para existir y vivir. Tú eres más fuerte que mi pecado. Creo
en tu poder sobre mi vida, creo en tu capacidad de salvarme, tal como soy
ahora. Acuérdate de mí. Perdóname."
1.4 Mirad dentro de vosotros. Más que contra una ley o una norma moral,
el pecado es contra Dios (cf. Sal 50, 6), contra vuestros hermanos y contra
vosotros mismos. Poneos en presencia de Cristo, Hijo único del Padre y
modelo de todos los hermanos. Él es el único que nos revela cómo debe ser
nuestra relación con el Padre, con nuestro próximo y con la sociedad, para
estar en paz con nosotros mismos. Nos lo revela mediante el Evangelio,
que es una sola cosa con Jesucristo. La fidelidad a uno es la medida de la
fidelidad al otro.
1.5 Acudid con confianza al sacramento de la reconciliación: con la
confesión de vuestras culpas mostraréis que queréis reconocer vuestra
infidelidad y ponerle fin; testimoniaréis vuestra necesidad de conversión y
reconciliación, para recuperar la condición pacificadora y fecunda de hijos
de Dios en Cristo Jesús; y expresaréis vuestra solidaridad con vuestros
hermanos, que también están probados por el pecado (cf. Catecismo de la
Iglesia católica, 1445).
1.6 Por último, recibid con gratitud la absolución del sacerdote: es el
momento en que el Padre pronuncia sobre el pecador arrepentido las
palabras que devuelven la vida: "Este hijo mío ha vuelto a la vida." La
Fuente del amor regenera y permite superar el egoísmo y volver a amar
con mayor intensidad.
2. ¿Todavía no tienen fe?
2.1 El tema de la fe como confianza radical lo encontramos en el evangelio
de hoy. ¡Qué pregunta la del Señor! "¿Todavía no tienen fe?". A esa
pregunta, que es también un reproche, le viene, de parte de los discípulos,
a modo de respuesta, otra pregunta, que en realidad es una alabanza:
"¿quién es éste...?". Sobrecogidos de admiración descubren que no
conocen a su Señor. Y fue maravilloso regalo del Cielo que hicieran este
descubrimiento porque la conciencia de la ignorancia suele ser principio de
conocimiento.
2.2 El viento y el lago obedecen a la voz de Jesús; ¿yo obedezco la voz de
Jesús? Los astros y los planetas lejanos obedecen la voz del Jesús;
¿obedece la humanidad a la voz de Jesús?
2.3 A los discípulos les maravilló que el lago obedeciera a Jesús; ¿debe
admirarnos menos o más que un corazón humano llegue a obedecer a
Jesús? ¿No es cierto que es un milagro bellísimo encontrar una sola alma
que le diga a Jesús: "Yo quiero hacer tu voluntad; yo quiero creer en tu
palabra"? ¿y qué tal que esa alma fueras tú hoy?