La voluntad de Dios debe ser el criterio-guía de la vida.
2012-01-27
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando
un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa
cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los
tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los
granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha».
Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos
representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de
las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa
ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra».
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con
lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les
explicaba todo en privado. Palabra del Señor.
Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo, guía esta oración para que se convierta en esa semilla que fructifique en
obras buenas. Creo, espero y te amo, haz que mi fe crezca, mi esperanza se fortalezca y mi
caridad se multiplique.
Petición
Señor multiplica, para bien de la Iglesia y el triunfo de tu Reino, los frutos de mi apostolado.
Meditación
La voluntad de Dios debe ser el criterio-guía de la vida.
«Las parábolas evangélicas son breves narraciones que Jesús utiliza para anunciar los misterio
del Reino de los Cielos. Al utilizar imágenes y situaciones de la vida cotidiana, el Señor “quiere
indicarnos el auténtico fundamento de todo. Nos muestra... al Dios que actúa, que entra en
nuestras vidas y nos quiere tomar de la mano". Con estas reflexiones, el divino Maestro invita a
reconocer ante todo la primacía de Dios Padre: donde no está, no puede haber nada bueno. Es
una prioridad decisiva para todo. Reino de los cielos significa, precisamente, señorío de Dios, y
esto quiere decir que su voluntad debe ser asumida como el criterio-guía de nuestra existencia.
El tema contenido en el Evangelio es precisamente el Reino de los cielos. El “cielo” no debe ser
entendido sólo en el sentido de esa altura que está encima de nosotros, pues ese espacio
infinito posee también la forma de la interioridad del hombre. Jesús compara el Reino de los
cielos con un campo de trigo para darnos a entender que dentro de nosotros se ha sembrado
algo pequeño y escondido, que sin embargo tiene una fuerza vital que no puede suprimirse. A
pesar de los obstáculos, la semilla se desarrollará y el fruto madurará. Este fruto será bueno
sólo si se cultiva el terreno de la vida según la voluntad divina» (Benedicto XVI, 17 de julio de
2011).
Reflexión apostólica
«En la jornada de todo cristiano, la oración y el trabajo son compromisos esenciales para
alcanzar cualquier fruto. Ni se ha de orar sin trabajar, ni se ha de trabajar sin orar. Si alguien
ora sin trabajar, quizá le falte a Dios el conducto por el que ha de comunicar sus gracias; si
alguien trabaja sin orar, su trabajo difícilmente será fecundo en frutos para el Reino de Cristo»
(Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 112).
Propósito
Como rama viva de la Iglesia, buscaré sostener a otros con mi oración y testimonio de vida
cristiana coherente.
Diálogo con Cristo
Jesús, gracias por mi vocación al Regnum Christi , gracias por tu llamado a trabajar por tu
Iglesia. Ayúdame a cumplir mi misión de vivir un cristianismo activo al servicio de tu Reino. Que
mi comodidad y falta de celo apostólico no me convierta en una rama seca carente de frutos.
Ayúdame a ser el instrumento para que otras personas encuentren a Dios.
«No tengas miedo a hundirte en el surco, porque de la pequeña semilla de tu vida, Dios hará
brotar una hermosa espiga cuajada de frutos»
( Cristo al centro, n. 113).