¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?
Mc 1, 21-28
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LA PALABRA DE JESÚS, QUE SE LEVANTA PARA HACER CALLAR DE NUEVO
NUESTRAS DUDAS
Un aspecto de la victoria sobre el mal, que anuncia y produce el Evangelio del Reino, es
también la superación de los “juicios universales”, con los que nos inclinamos a hacer
coincidir a los otros y a nosotros mismos con nuestros problemas y fracasos o con el mal
que se ha cometido. Esta era, por lo demás, la tentación que asediaba asimismo a la
muchedumbre que se encontraba presente en la sinagoga frente al pobre endemoniado.
Jesús, en cambio, da por sentada una certeza, una certeza para la que ni siquiera los gritos
descompuestos y desgarradores del endemoniado suponen un obstáculo: éste sigue siendo
un hombre (v. 25), una criatura a la que Dios ha revestido de su gloria. Así, si en nuestro
corazón se levantan alguna vez voces descompuestas que nos echan en cara nuestros
límites y quieren hacernos perder de vista nuestra dignidad y libertad, aquí está la Palabra
de Jesús, que se levanta para hacer callar de nuevo nuestras dudas y la vergüenza
paralizadora.
También hoy sigue actuando el poder de su amor, del mismo modo que cuando redujo al
silencio al demonio que atormentaba al pobre enfermo en la sinagoga de Cafarnaún. Esa
misma Palabra no cesa de recordarnos la verdad celebrada por tantos pasajes bíblicos, en
particular por el salmo 8: Dios revela en la humanidad su propia gloria, imponiendo silencio a
las fuerzas del caos “Para hacer callar al enemigo y al rebelde”, porque hace de nosotros,
hombres y mujeres, sus criaturas amadas. Jesús nos atestigua que Dios está siempre de
nuestra parte y no deja que nos arrebate ningún espíritu inmundo.
Estar seguros de esta grandeza nuestra, que nos ha sido otorgada por el inmerecido amor
divino, y vivir la experiencia de la vida en Cristo nos libera asimismo de la tentación de
entender la religión como un perderse en una selva de reglas y preceptos que hemos de
conciliar con las siempre cambiantes situaciones de la existencia. Respiramos entonces ese
sentido de novedad y libertad que la gente advertía en las palabras y las acciones de Jesús.
En efecto, vivir en la libertad a la que nos ha llamado Cristo nos hace reapropiarnos de la
economía profética y nos lleva a comprender que también hoy irrumpe la Palabra de Dios
con toda su fuerza para consolar y amonestar, justamente como cuando los profetas se
levantaban en Israel para hablar en nombre del Dios vivo.
ORACION
Señor Jesús, te reconozco como el salvador de mi vida y como el único maestro de
Sabiduría que tiene palabras de vida eterna. Cuando las fuerzas del mal quisieran
reprenderme, mi fe manda nuevamente con el poder de tu Palabra que se callen y se
implante la bonanza en mi corazón. Fortalece mi fe para que pueda confiarme siempre a ti,
porque no me dejas en manos del Maligno, sino que has venido precisamente para
liberarme y para mostrarme que el amor de tu Padre no nos identifica nunca con nuestros
pecados, errores y problemas.
Por eso te doy gracias y te bendigo, mientras invoco tu ayuda a fin de que yo sepa apreciar
cada día más todo lo que haces por mí y gozar de la novedad de tu Evangelio. Te pido que
enriquezcas nuestras comunidades con el carisma de la profecía, suscitando personas que
tengan un vivo sentido de tu presencia, que nos ayuden a discernir tu voluntad y nos
acompañen en el descubrimiento de la fuerza y de la novedad que tu Evangelio sigue
conservando también en nuestro tiempo. Oh Señor, suscita también en medio de nosotros el
don de la virginidad, el carisma profético que atraiga a jóvenes y a muchachas fascinados
por una vida de plena consagración a ti e impulsados por el ideal de una comunión contigo
sin distracciones.