Comentario al evangelio del Lunes 30 de Enero del 2012
Queridos hermanos:
Algo que hemos de evitar en nuestros encuentros con la Biblia es plantearle preguntas o buscar
soluciones a problemas que a los autores no pudieron pasarles por la mente. Un camino eficaz para no
entender nada del evangelio de hoy sería acercarnos a él con planteamientos económicos, respecto de
la pérdida que para los porqueros supuso el ahogárseles dosmil cerdos.
El narrador se ha situado en otro plano. Jesús se mueve ahora fuera del territorio judío; está en lugares
paganos y, por tanto, “impuros”. Impuros son también los cerdos según la mentalidad judía. E impuro
es el lugar de muertos, de sepulcros, en que habita el que va a ser recuperado para la vida. Por el
momento, en ese ambiente de impureza se mueve satanás a sus anchas; esto se manifiesta en el
deterioro más lacerante de una existencia que estaba destinada a ser humana: un hombre que lleva una
vida de dolor, de exclusión, de autoagresión, fuera del sano juicio, etc.
Donde parece que se han dado cita todos los poderes de la muerte, allí se presenta Jesús, el portador de
la vida; su mera cercanía es para el mal un desafío, una amenaza a la que sabe que no podrá escapar. El
endemoniado y sus fuerzas infernales no intentan plantar cara a Jesús; intuyen que sería inútil. Por ello
se limitan a pedirle que les cause la menor derrota posible: que lo impuro se vaya a habitar en lo
impuro (los cerdos). En términos un tanto míticos y, desde luego, metafóricos, se nos dice: el ser
humano, creado a semejanza de Dios, no debe ser habitado por el antidiós. Jesús es el que resitúa al
hombre en esa su categoría original, el que le devuelve su dignidad. Donde él se hace presente se
establece la vida.
Y hay otros dos apuntes que no debiéramos dejar pasar.
a.- Las gentes de aquella región no quieren ser salvadas: le dicen a Jesús que se marche de allí. La
mayor tragedia que puede suceder a un ser humano enfermo consiste en sentirse a gusto con su
enfermedad; es signo de mayor urgencia de intervención salvífica. Ojala es Señor nos dé la astucia
evangélica para llevar la salvación a donde el mal se ha “atrancado por dentro”.
b.- Naturalmente el que ha experimentado la intervención salvadora de Jesús en su vida no puede
mantenerlo callado. Todos los bautizados hemos sido “recuperados” por Jesús, y por ello nos toca ser
–humildemente y cada uno a su modo- sus pregoneros; también en las nuevas “decápolis”, donde
parece que para lo de Jesús no queda espacio.
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf
Severiano Blanco, cmf