EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Marcos 5,1-20:
Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre
poseído por un espíritu impuro.
El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.
Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas
y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo.
Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e
hiriéndose con piedras.
Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él,
gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te
conjuro por Dios, no me atormentes!".
Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!".
Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión,
porque somos muchos".
Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.
Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña.
Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que
entremos en ellos".
El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron
en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales-
se precipitó al mar y se ahogó.
Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La
gente fue a ver qué había sucedido.
Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio,
al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.
Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con
los cerdos.
Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio.
En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió
que lo dejara quedarse con él.
Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales
todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti".
El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús
había hecho por él, y todos quedaban admirados.
Comentario del Evangelio por
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara
Meditación sobre los evangelios, n°194
«Cuando Jesús subió a la barca, el poseído le suplicó poder seguirle, pero
no lo consintió»
La verdadera, la única perfección, no es llevar tal o tal género de vida, es
hacer la voluntad de Dios; es llevar el género de vida que Dios quiere, donde
quiere, y de llevarlo como él mismo lo habría llevado.
Cuando nos deja la elección a nosotros mismos, entonces sí, procuremos
seguirlo paso a paso, lo más exactamente posible, compartir su vida tal como fue,
como lo hicieron sus apóstoles durante su vida y después de su muerte: el amor
nos empuja a esta imitación. Si Dios nos deja esta elección, esta libertad,
precisamente es porque quiere que despleguemos nuestras velas al viento del amor
puro y que, empujados por él, " corramos tras el olor de sus perfumes" (Ct 1,4
LXX) en un exacto seguimiento, como san Pedro y san Pablo...
Y si un día Dios quiere apartarnos, por un tiempo o para siempre, de este
camino, por muy bello y muy perfecto que sea, no nos turbemos ni nos
asombremos. Sus intenciones son impenetrables: él puede hacer por nosotros, en
medio o al fin de la carrera, lo que hizo por el Geraseno al principio. Obedezcamos,
hagamos su voluntad..., vayamos donde quiera, llevemos el género de vida que su
voluntad nos designe. Acerquémonos siempre a él con todas nuestras fuerzas y
estemos en todos los estados, en todas las condiciones, como él mismo habría
estado allí, como él se habría comportado allí, si la voluntad de su Padre le hubiera
puesto allí, como nos pone allí.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”