I Domingo de Cuaresma, Ciclo B
EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN
La Palabra: Cuando venga el dueño de la casa “no les encuentre dormidos; estén
despiertos y vigilantes” (evangelio, Mc 13, 33-37).
1. Los seres humanos somos llamados a ser más de lo que somos. Por eso la
espera nos constituye. Cuando esperamos algo malo, nos ponemos tristes, y
cuando vemos que viene un momento de felicidad, nos alegramos. Un joven espera
crecer para defenderse por su cuenta, cursar estudios y ser algo en la vida. Una
joven casada espera con ilusión el nacimiento de su primer hijo, y todos los
cubanos desean que su pueblo tenga lo necesario para verlo convertido en
protagonista verdadero de su propia historia, sin bloqueos de ningún tipo.
2. El problema está en cómo hacer que la espera madure en esperanza. Es decir,
que podamos mirar al futuro confiadamente. Necesitamos esa esperanza pues son
muchos los nubarrones que tenemos encima. Y no sólo en la isla de Cuba, donde
estamos acostumbrados a los huracanes y la palma real se dobla por los fuertes
vientos pero no se troncha. El panorama del mundo que se dice económicamente
más próspero no es nada prometedor; la codicia o fiebre posesiva de unos pocos
está dejando a muchos en la miseria.
3. Hace unos años, en una reunión sostenida en El Cobre, un obispo cubano se
preguntaba: ¿cómo animar la esperanza de este pueblo no sólo hablándole de la
resurrección al final de los tiempos, sino buscando porvenir ahora? Y la verdad es
que sólo tratando de responsabilizarnos todos en busca de un mejor estado social
para los cubanos, estamos abriendo camino hacia esa plenitud de vida que
simbolizamos los cristianos en la resurrección. Ciertamente, no abriremos porvenir
quedándonos “dormidos” y esperando que otros nos den las cosas hechas. Sin
duda, el futuro exigirá cambios políticos y económicos que tienen su proceso a
veces muy lento y ambiguo. Pero el cambio de mentalidad –pasar de un
individualismo a una conciencia solidaria– es cosa de cada uno e imprescindible
para construir ese futuro y hacer que nuestra espera madure en esperanza.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net