III Domingo de Cuaresma, Ciclo B
SER PROFETAS ALLANANDO EL CAMINO
La Palabra de Dios: Juan el Bautista “venía como testigo para dar testimonio de la
luz” (evangelio, Jn 1, 6-8; 19-28).
1. Un profeta no es tanto el visionario del futuro, sino el hombre o la mujer que,
sensibles a lo que Dios quiere, hablan e iluminan las situaciones para que los seres
humanos actúen rectamente. El Bautista es uno de esos profetas; no pertenece a la
institución del templo judío ni al cuadro de mandos en el régimen político. Por eso
los dirigentes –sacerdotes, levitas y fariseos– se acercan y lo interpelan: ¿tú quién
te has creído que eres?, ¿qué autoridad tienes para hablar así?
2. “Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad los caminos” para que llegue a
todos la luz que no dejan pasar vuestros intereses mezquinos y vuestra cerril
arrogancia. En nuestro mundo, continuamente, tanto en el ámbito político como en
el religioso, surgen personas, grupos y movimientos que trabajan por la justicia,
por erradicar la pobreza, por atender a los enfermos, por rehabilitar a los excluidos.
Son profetas enviados para corregir las patologías de los sistemas políticos y el
“aburguesamiento” de la misma comunidad cristiana. Todos nos dicen lo mismo:
“allanad los caminos”, bajad de vuestro trono y escuchad lo que os dicen esos
profetas.
3. El Bautista no sigue la conducta de los poderosos y arrogantes. Acepta lo que es,
no tiene nada que perder, no busca ningún título ni prebenda. Con su forma de vivir
y su actuar libre y sencillo, abre otro camino que se niegan a seguir los bien
situados política o religiosamente, pero los humildes, los despreciados y echados
fuera, sí emprenden y encuentran la felicidad.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net