V Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD
DOMINGO
Lecturas:
a.- Job.7, 1-4.6-7: Me harto de dar vueltas al alba.
Job representa al hombre que busca la verdad, la plenitud desde el dolor y la
desesperanza más profunda de quien, se siente abandonado de los hombres y de
Dios. Paradojalmente, también ve que su vida pasa pronto y teme la muerte, pasa
de la paciencia a la contestación y rebeldía, sin dejar de ser un gran creyente,
mantiene la fe. La lectura nos presenta parte de la experiencia de vida de Job,
quizás la más amarga. Compara su vida, como la del soldado, cuando presta su
servicio, pero no ve lo heroico de ella, sino el servicio que presta a otros, bajo
mando autoritario, lo mismo dicen las imágenes del mercenario y del esclavo, que
reciben un salario mínimo. Con estas perspectivas, la vida se presenta como triste,
y que lo único que se desea, es que pase pronto. Job, al final de todo, pareciera
tener nostalgia de la vida, quizás desesperanzada, antes de morir, pide a Dios un
espacio de paz, para sus últimos días. Hay que tener en cuenta, que en el tiempo
en que se escribes este libro no se tenía una idea de vida después de la muerte. La
revelación ha sido progresiva de parte de Dios, por lo tanto, este libro de Job, es un
buen testimonio de la conquista de la verdad, es decir, la colaboración del hombre
al descubrimiento del misterio de Dios y de sí mismo. Job experimenta el
desasimiento total, de bienes materiales, de su entorno social, la incomprensión de
su familia, siente que hasta Dios lo ha abandonado. El dolor de Job, no es sólo
personal, expresa el dolor de los exiliados en el destierro de Babilonia, por la
pérdida de la vida civil y religiosa de sus instituciones, apoyo fundamental para la
comunidad. Job pasa del dolor existencial de la vida que lleva, llega a incluso a
maldecir el día en que nació (cfr. Jb.3, 20-23), a ver que sus días pasan demasiado
a prisa, y se asusta con la llegada de la muerte ( Jb. 7,6-9). Job, lejos de ser un
paciente, es un contestatario, un rebelde, pero al mismo tiempo es un creyente,
que habla y se queja, vive su noche acerca de Dios y su justicia, pero en plena
crisis mantiene la fe. Ahí está Job, aprendiendo a armonizar la tensión: entre la fe
en un Dios justo con el problema del mal en su vida y en su entorno.
b.- 1Cor. 9,16-19.22-23: ¡Ay de mí si no evangelizo!
En esta lectura, Pablo está respondiendo a las inquietudes de los corintios: les ha
hablado acerca de la carne ofrecida a los ídolos, y de cómo debe la caridad
prevalecer sobre usos y costumbres paganas. Esa misma caridad le ha hecho
renunciar a ciertos derechos que tenía por ser apóstol, lo mismo deben hacer los
corintios, renunciando a ciertos manjares, aunque sean lícitos, pero con el fin, de
no escandalizar a los débiles en la fe. El se declara un hombre libre, un apóstol de
Jesucristo, es más los corintios son el mejor sello de su apostolado. Luego, para
comprender mejor el texto central que meditamos, habla de sus derechos y de la
renuncia que ha hecho, por el bien de las almas (cfr. 1Cor. 9,3-14; 15-27). ¿A que
ha renunciado? A vivir a expensas de las comunidades a las que evangeliza, a
tener gente a sus servicio, como hacían los otros apóstoles (vv.5-6: Hch.1, 14; Gal.
1,19). Con ejemplos tomados de la vida normal: el soldado, el agricultor, el pastor,
todos tienen derecho natural de vivir de su trabajo, también la ley de Moisés así lo
establecía (cfr. Dt. 25, 4). La ayuda de los fieles, es una compensación por los
bienes espirituales que el predicador les proporciona (cfr. Rm.15, 27; 2 Cor. 9, 11-
14). Finalmente, da otros argumentos de cómo las comunidades deben costear el
trabajo apostólico, la practica judía lo acredita (cfr. Lev .6, 16-26; Nm.18, 8), lo
mismo hacen los gentiles (v.13) y el mandato del Señor (v.14; Mt.10, 10; Lc.10,
7). Es categórico en afirmar, que no hace uso de estos derechos, porque vive del
trabajo de sus manos y que sólo en algunas ocasiones recibió ayuda económicas
(cfr. 1Cor. 4,12; 2 Cor.11,7; 1 Tes.2,9; 2Cor.11,9; Flp.4,15-16). Prefiere morir,
antes que alguien le prive de predicar el evangelio gratuitamente, sin hacer valer
sus derechos todo por la evangelización (vv.15-18). Sus palabras son admirables
por su sentido y energía, puesto que su gloria no la pone en el hecho de predicar, lo
que considera un deber, sino en el desinterés sobre esos derechos, con tal de
salvaguardar la libertad del evangelio en su tarea de evangelizador. Se hace siervo
de todos, para ganarse a algunos, con el fin de facilitar el camino al evangelio y
conseguir adeptos (vv.19-22; Cfr. Rm.14, 15; Gál. 2,14; Hch. 21, 23-26). Goza
pensando en participar en lo bienes futuros del Evangelio, él y sus colaboradores
(v.23; cfr. 1Cor.15, 19; Rm. 8,17-18). La invitación final del apóstol es como los
atletas en el estadio (1Cor.9, 24-27), corramos hacia la meta de la vida eterna para
recibir la corona inmarcesible de la gloria de la santidad.
c.- Mc. 1, 29-39: Curó a muchos enfermos de diversos males.
El evangelio, nos muestra tres momentos: la curación de la suegra de Pedro
(vv.29-31; un sumario de la actividad de Jesús (vv.32-34) y la preocupación de
Jesús por llegar a otros pueblos y gentes (vv.35-39). Es la primera acción de este
tipo que narra el evangelista Marco: pasado el sábado, seguirá sanando de sus
males a muchos enfermos; junto a las expulsiones de demonios, que son una
manifestación de la llegada del reino de Dios al hombre, el reino de Satanás, tiene
los días contados (v. 34). En una jerarquía de importancia, la predicación de la
palabra de Dios será lo fundamental, esa es su misión, para eso ha venido, ese
mensaje llega directamente a los hombres (v. 38). Las curaciones que realiza
Jesús, son signo de la salvación que Dios reserva a los hombres, pero siempre late
el peligro de quedarse en lo externo, como la liberación de ciertos males, sin
profundizar lo suficiente el hecho salvífico que está aconteciendo. Contrarresta esta
actitud, la tentación de un mesianismo fácil, con la actitud de Jesús en la búsqueda
de soledad, para orar al Padre, lo que hace con frecuencia (v. 35). Pasado el
sábado, Jesús sigue en casa de Pedro, la gente lo espera para que sane a muchos
de sus enfermedades, y nuevamente expulsar demonios; la intención del
evangelista, es mostrar la compasión de Dios, con esos enfermos, pero los hombres
no lo entienden así, y sólo buscan la curación (v. 37). Cuando menciona los
demonios, deja claro que Jesús, no les permitía hablar, porque sabían quien era (v.
34), Jesús quiere que hablen los hombres, y reconozcan el poder sanador de Dios,
reflexión que les lleve a comprender el sentido de esas acciones realizadas por el
maestro de Nazaret. Consciente de su misión, Jesús nutre su actividad con la
oración solitaria, comunión con su Padre del cielo, para seguir, en otro pueblo la
predicación, evitando todo protagonismo, porque para eso ha venido. Las tres
secciones tienen un denominador común: la superioridad de Jesús sobre las
diversas manifestaciones del mal, como son las enfermedades y la expulsión de
demonios. Incluso la curación de la fiebre de la suegra de Pedro, tiene esa
connotación, ya que dicho estado febril se pensaba era de origen diabólico y cuando
Jesús increpa a la fiebre, lo hace como si fuera una persona (cfr. Lc. 4,39; Lv.
26,15-16). Jesús vence la enfermedad en la mujer, símbolo del poder del mal sobre
la persona. De esta forma el evangelista Marco, va presentando la personalidad de
Jesús, su misterio, como vencedor de Satanás. Hay que destacar, el gesto de Jesús
de tomarle la mano, y poner de pie a la mujer, la arranca de su estado febril, gesto
de amor y misericordia, donde su servicio salvífico, se ve recompensado con el
servicio que la mujer le presta en casa. La Iglesia primitiva, aprendió que esa
generosidad en la predicación, es el primer paso para llevar a los hombres de todos
los tiempos a las fuentes de la salvación. También hoy Jesús sigue sanando, desde
lo interior al hombre por la fuerza de su Espíritu, con la palabra de vida y luz venida
del cielo, para liberar de toda esclavitud. La buena fama de Jesús, es aurora de la
entrada del Evangelio en nuestras vidas.
Santa Teresa cuando se reencuentra con la oración habla del bien que hay en no
dejarla por nada del mundo. “¡Oh bondad infinita de mi Dios, que me parece os veo
y me veo de esta suerte! ¡Oh regalo de los ángeles, que toda me querría, cuando
esto veo, deshacer en amaros! ¡Cuán cierto es sufrir Vos a quien os sufre que estéis
con él! ¡Oh qué buen amigo hacéis, Señor, cómo le vais regalando y sufriendo y
esperáis a que se haga a vuestra condición, y tan de mientras le sufrís Vos la suya!
Tomáis en cuenta, mi Señor, los ratos que os quiere, y con un punto de
arrepentimiento olvidáis lo que os ha ofendido. He visto esto claro por mí y no veo,
Criador mío, por qué todo el mundo no se procure llegar a Vos por esta particular
amistad. Los malos que no son de vuestra condición, para que los hagáis buenos
con que os sufran estéis con ellos, siquiera dos horas cada día, aunque ellos no
estén con Vos sino con mil revueltas de cuidados y pensamientos de mundo, como
yo hacía. Por esta fuerza que se hacen a querer estar en tan buena compañía
(miráis que en esto a los principios no pueden más, ni después algunas veces),
forzáis Vos, Señor, los demonios para que no los acometan y que cada día tengan
menos fuerza contra ellos, y dáiselas a ellos para vencer. Sí, que no matáis a nadie
Vida de todas las vidas de los que se fían en Vos, y de los que os quieren por
amigo; sino sustentáis la vida del cuerpo con más salud, y dáisla al alma.” (Vida
8,6).