“Eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato”
Mc 6, 30-34
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LA TERNURA DE JESÚS SE DIRIGE, HOY, A NOSOTROS.
Tal vez nos hayamos comprometido a dar testimonio del Evangelio en nuestro ambiente
habitual y tenemos necesidad de reposar el espíritu en su Presencia, o tal vez nos
reconozcamos en aquellas «ovejas sin pastor», sin meta ni seguridad. Ahora bien, Jesús es
«el gran pastor de las ovejas», guía de los pastores y de las ovejas sin pastor: ha entregado
su vida para abrir a cada uno -a mí también- un camino seguro al redil del Padre. El mismo
es «el Camino, la Verdad y la Vida ».
No siempre resulta fácil caminar siguiendo su enseñanza, ni siempre resulta agradable que
los responsables de la comunidad cristiana nos lo recuerden en las circunstancias
concretas de la vida. Con todo, si acogemos con sincera disponibilidad las indicaciones del
Señor, nuestra vida se convertirá en una pascua continua, esto es, en un paso desde la
falta de significación del orden cotidiano a la plenitud de significado que éste adquiere
cuando la caridad con los otros transfigura cualquier gesto.
Paso desde la inestabilidad de las vicisitudes humanas -pequeñas o grandes- al abandono
confiado en Dios que se convierte en obediencia a quien nos guía en su nombre. Paso de
una oración formal y bien delimitada a una vida que se transforma en incesante sacrificio de
alabanza por medio de Cristo. ¿Es posible todo esto? Sí, la resurrección de Jesús nos
atesta la omnipotencia del Padre. ¿Es posible para mí? Sí, si se lo pido y si quiero
corresponder sinceramente al don, Dios mismo lo realizará en mí. La ternura de Jesús se
dirige, hoy, a nosotros...
ORACION
Jesús, ternura infinita que nos descubres el rostro de amor del Padre, venimos a ti como
ovejas sin pastor: guíanos tú con tu fuerza y tu dulzura a descubrir el camino de la vida a
través de la ofrenda total de nosotros mismos a Dios. Transforma hoy nuestra jornada en un
incesante sacrificio de alabanza a él y de caridad con los hermanos.
Haz que participemos en tu pascua, muriendo a todo egoísmo y presunción, para vivir en ti
como hijos obedientes que cumplen en todo la voluntad del Padre.
A él, fuente de la misericordia, le confiamos por tu mediación nuestra miseria y nuestros
deseos: oh Dios, haz de nosotros lo que te plazca, para gloria tuya y bien de todos los
hermanos. Amén.