Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Febrero 7
Aniversario de los Padres y Madres Difuntos OP
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Aguardando la redención de nuestro cuerpo * El que cree
en el Hijo tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día
Textos para este día:
Romanos 8,14-23:
Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Han recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu
de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Aiba! (Padre). Ese Espíritu y nuestro
espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y si somos hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo.
Considero que los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos
descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación
de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración no por su voluntad, sino por
uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería
liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los
hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda
ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las
primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos
de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Juan 6, 37-40:
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
«Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré
fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del
que me envió.
Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado,
sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo
el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día».
Homilía
Temas de las lecturas: Aguardando la redención de nuestro cuerpo * El que cree
en el Hijo tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día
1. La gratitud es propia de quienes han recibido gracia
1.1 Domingo, llamado "predicador de la gracia" indudablemente dejó impreso en el
corazón de nuestra vocación esa viva percepción de que todo cuanto hemos
recibido de Cristo es regalo.
1.2 La Eucaristía, Acción de Gracias; la presencia de María, la Llena de Gracia, y la
predicación abundante sobre la vida de la gracia son notas que han formado
nuestro ser dominicano. Es apenas natural añadir a esas notas la gratitud, que es
nuestro modo de decir: gracias.
2. Vida natural y vida sobrenatural
2.1 Lo que debemos a nuestros padres es, ante todo, el ser instrumentos del
Creador para darnos el ser mismo. Es sano recordar que tal tipo de deuda no puede
nunca cubrirse completamente. Por supuesto, ello también se traduce en que
perder la conexión con los papás es perder la primera referencia con Dios. de esto
quiere protegernos el Cuarto Mandamiento de la Ley de Dios.
2.2 Y sin embargo, la sola vida natural no sería un don sino una carga, una carga
de hecho insoportable, si nos llegara a faltar la vida de la gracia, a la que a veces
se llama vida "sobrenatural."
2.3 Más que una realidad intangible, al modo de las ideas platónicas, la vida
sobrenatural es el fundamento que da sentido a la vida misma. Se ha dicho que así
como el alma es constitutivamente vida del cuerpo, pero no puede ser viva por sí
misma, así también el Espíritu Santo es vida de la vida del alma. Y tal es al relación
que hemos de ver entre lo sobrenatural y lo natural.
3. Un concepto más amplio de familia
3.1 Por supuesto que nuestros padres son el cimiento que nos permite hablar de
ser familia de alguien. pero ese concepto se amplía, complementa y modifica de
muchos modos a lo largo de la vida. Aprendemos, por ejemplo, que también la
familia necesita ser redimida, porque "la carne y la sangre" no bastan para heredar
el Reino de los Cielos.
3.2 Al final viene a resultar que la realidad más profunda de familia es aquella
donde sólo Dios es Padre, y todos somos hermanos en Cristo. Al orar por los que
fueron nuestros padres sobre esta tierra, nuestro afecto y nuestra caridad apuntan
ya hacia el Cielo.