“los que lo tocaban quedaban sanos”
Mc 6, 53-56
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
DIOS EN MEDIO DE SU PUEBLO.
Este evangelio, con el afán de tocar a Jesús y la carrera para alcanzar y estrechar algo de él,
enciende en el corazón la intuición luminosa que un día abrasó a Pablo: «En Cristo habita
corporalmente la plenitud de la divinidad». Es en Jesús donde habita, como en el verdadero y
definitivo templo, la plenitud de Dios «somatizada». Y «habéis alcanzado vosotros [nosotros] su
plenitud» (Col 2,10). Una lógica continua y discontinua respecto a la que había erigido el templo
de Salomón.
En efecto, el cuerpo de Cristo, su humanidad, es la realidad que prefiguraba el templo: Dios en
medio de su pueblo. Ahora bien, con Jesús, el arca de la alianza ya no soporta quedar
encerrada en el Santo de los Santos: Jesús circula por las calles, nos sale al encuentro. Y si
alguien fue golpeado por la muerte al instante por haber tocado el arca (cf. 2 Sm 6,7), Jesús,
por el contrario, vino precisamente para hacerse alcanzar, para hacerse «tocar».
Para nosotros, hoy, el cuerpo de Cristo es la Iglesia, que prolonga su humanidad en la historia
y en el tiempo, hasta que toda la familia humana se haya vuelto tienda, santuario del encuentro
entre Dios y el hombre.
ORACION
Oh Cristo, único mediador nuestro, tú nos eres necesario para entrar en comunión con Dios
Padre, para llegar a ser contigo, que eres el Hijo único y Señor nuestro, sus hijos adoptivos, a
fin de ser regenerados en el Espíritu Santo. Tú nos eres necesario, oh único verdadero maestro
de las verdades recónditas de la vida, para conocer nuestro ser y nuestro destino, el camino
para conseguirlo. Tú nos eres necesario, o gran paciente de nuestros dolores, para conocer el
sentido del sufrimiento y para dar a éste un valor de expiación y de redención. Tú nos eres
necesario, oh Cristo, oh Señor, oh Dios con nosotros... (Pablo VI).