Comentario al evangelio del Martes 14 de Febrero del 2012
Queridos amigos y amigas:
Para ayudar a crecer hay que combinar el amor con la firmeza. Para educar es necesario el cariño y la
cercanía, a la vez que la orientación y la guía.
Jesús, como buen maestro, combina sabiamente ambos principios. Muchas veces le vemos con
palabras de paciencia y comprensión. Y otras, cuestiona y confronta.
En el Evangelio de hoy, Jesús comienza advirtiendo a los discípulos. Tras el diálogo del pasaje de ayer,
en que discutía con los fariseos, les indica a los suyos que se guarden de su “levadura”, así como de la
de Herodes. Les previene del peligro que suponen, unos desde el ámbito religioso y el otro desde su
estilo de vida personal y socio-política. Ambos son un “fermento” dañino para la masa de Israel. Pero
los discípulos no entienden… y creen que se refiere al pan material. Y entonces Jesús les reprende y les
confronta con severidad, haciéndoles una serie de preguntas, mediante las cuales pretende que
reconozcan su mesianismo, desde los “signos” que le han visto hacer.
Esta historia puede ser nuestra historia. La Palabra nos recuerda hoy que nosotros también podemos ser
de los que, a pesar de llevar tiempo con el Señor, podemos no entender aún algunas cosas. Y que
debemos guardarnos de las “levaduras” dañinas, que nos separan de Dios y de su proyecto sobre
nosotros, en lo religioso o en nuestra vida personal y social.
La historia de amor de Dios con nosotros incluye momentos de confrontación y corrección. La Palabra
y la vida nos ponen en ocasiones ante cuestionamientos de los que conviene aprender, para enderezar
el rumbo. Para llegar a ser los discípulos que Jesús necesita, y continuar la misión que Él nos ha
encomendado.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez, claretiano (luismanuel@claretianos.es)
Luis Manuel Suarez, cmf