“Jesús le preguntó: -¿Ves algo?-“
Mc 8:22-26.
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. LE LLEVARON UN CIEGO, Y LE ROGABAN INSISTENTEMENTE QUE “LE
TOCARA”
La curación va a tener lugar en Betsaida. Cristo llegó a Betsaida con sus discípulos. Dada
su fama de hacer prodigios, a su llegada le llevaron un ciego, y le rogaban insistentemente
que “le tocara,” es decir, que le “impusiera sus manos” para curarle. Esta imposicin de
manos, tenía diversos significados tales como autoridad, y era considerada como un rito
religioso. También era gesto familiar a Cristo (Mc 6:5; 8:23.25). Igualmente era usado como
gesto de transmisión de poderes con el que los rabinos comunicaban el magisterio oficial a
sus alumnos, lo mismo que signo de transmisión de bendiciones (Gen 48:14ss).
Posiblemente estos que traían al enfermo creían que fuese condición esencial para la
curación este gesto, pues era de uso tradicional (2 Re 5:11). Otro sentido se expone en Lc
13:13.
2. JESUS TOMA AL CIEGO POR SU MANO
Ya se había extendido la fama que de El “salía virtud que curaba” (Mc 5:30). Aparte que
debía de influir en las multitudes el procedimiento curativo de los curanderos, que exigían el
tacto para sus curaciones.
Cristo toma al ciego por su mano, para sacarlo fuera de aquella aldea. Busca la discreción
de la reacción popular ante posibles explosiones mesiánicas prematuras y extemporáneas.
“Secreto mesiánico.” Al igual que otras curaciones anteriores (Mc 7:31-37) quería
manifiestamente evitar con ello la conmoción que iba a producirse, con las posibles
consecuencias de sobreexcitación mesiánica.
Las enfermedades de los ojos eran una plaga en la vieja Palestina, como aún lo era en
éstos últimos años. Leí en una ocasión que en el hospital de San Juan de Jerusalén,
exclusivo para enfermedades oftálmicas, se trataron en 1931 no menos de 19.000 casos,
sólo de Jerusalén y alrededores. El exceso de luz, el polvo y la falta de higiene provocan
estas enfermedades.
3. JESUS SÓLO LE PONE SALIVA EN SUS OJOS
En contraposición a los rituales increíbles y supersticiosos de los curanderos, con
procedimientos tan inútiles como de fondo mágico, Cristo sólo le pone saliva en sus ojos, y
le impuso las manos sobre sus ojos cegados. La saliva tenía fama en la antigüedad de
tener efectos curativos, y especialmente en las oftalmías.
Naturalmente, el poner saliva sobre sus ojos no es para utilizarla como un remedio natural,
ya que era totalmente inútil; si la utiliza como vehículo de milagro, lo hace como una
“parábola en accin” para indicar lo que pretende hacer y excitar la fe del ciego en su
curacin. Con la “imposicin de las manos” en aquellos ojos, indicaba, con el gesto, la
autoridad y la comunicacin que le hacía de la salud, con aquella “virtud que salía de El y
que curaba,” como las gentes lo reconocían.
Hecho esto, le pregunta si ve algo. El ciego se pone a mirar elevando sus ojos con un gesto
espontáneo, costumbre de su ceguera, y dice que ve “hombres,” y que los ve “como árboles
caminando.” Esto parece indicar que su ceguera no era congénita, ya que establece la
comparación de árboles y hombres como cosas que le son conocidas.
4. NUEVAMENTE JESÚS LE IMPONE LAS MANOS EN LOS OJOS, Y
RECOBRÓ LA VISTA PERFECTAMENTE.
Ante el entusiasmo que se prevé en el curado, Cristo le prohíbe entrar en la aldea, aunque
le envía a su casa. Parece que el Seor le quiere decir que “Y si entrares en la aldea, no lo
digas a nadie.” Cristo busca evitar extemporáneas manifestaciones mesiánicas.
Precisamente la curación de los ciegos era uno de los signos mesiánicos (Is 35:5).
Los Padres y otras reflexiones se han preguntado el porqué de esta curación gradual del
ciego. Manifiestamente se ve la plena libertad y dominio de Cristo en restituirle la vista
gradualmente. Pero esto mismo es lo que ha querido valorarse con un cierto sentido
“típico.” Sería una leccin pedaggica de Cristo sobre el efecto con que varias de las
lecciones de Cristo, su luz, iban lentamente penetrando en el espíritu de los apóstoles.
5. JESÚS NOS HACE VER Y NOS CURA DE CEGUERAS QUE NOS IMPIDEN
VER A LOS HOMBRES COMO PERSONAS
Si recordamos la curación del sordo y tartamudo, nos acordaremos que las gentes decían
admirados “Todo lo ha hecho bien: a los sordos hace oír y a los mudos hace hablar”,
entonces tendríamos que agregar, “Y a los ciegos los hace ver”. Nos ponemos en la manos
del Cristo, para no ser sordos y poder oír la Palabra de Dios, para poder oír las enseñanzas
del Evangelio, como del mismo modo nos ponemos en las manos de Cristo y nos
comprometemos a no enmudecer nuestros labios y predicar sus enseñanzas tal cual el nos
lo ha pedido, “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creacin” (Mc
16), nos ponemos en las manos de Cristo para pasar de la ceguera a la iluminación
respecto a la persona de Jesús.
Jesús nos hace ver y nos cura de cegueras que nos impiden ver a los hombres como
personas, iguales en derecho y trato, Cristo no abre los ojos para que veamos en cada
hombre un hijo de Dios, un hermano, aunque viva alejado de Dios. Del mismo modo, nos
abre a nosotros los ojos, para que podamos ver los acontecimientos en su verdadera
dimensión de salvación, así podremos ver con claridad los medios salvíficos, y entonces
estar más cerca de Dios.
6. LOS BENEFICIOS DEL SEÑOR SE OBTIENEN POR LA FE Y SEGÚN SEA
ESTA ES LA GRACIA QUE SE RECIBE.
Dejemos que Cristo no abra los ojos de nuestro corazón y más luz entrará. El Evangelio, las
palabras de Jesús, se transforman en luz para los ciegos. Un doble beneficio gano el ciego,
la vista y la fe en Dios, esto es, termino con su ceguera corporal y aumento su fe en el
Señor. Muchos son los que desconocen la luz y viven en las tinieblas, pero quien se acerca
a la verdadera Luz, esto es a Jesús, vera la luz eterna.
Dice el Evangelio: “y le llevaron un ciego, rogándole que le tocara” Así debe ser nuestra
oración, con insistencia, por encima de la ceguera que nos rodea, para que el mundo sea
testigo de la luz de Cristo. La fe en Cristo salvo al ciego, y la fe puede salvarnos a nosotros,
siempre que nuestra fe sea como la del ciego, y de los que le rogaron, confiada, firme y
perseverante.
El Señor les Bendiga