¿TIEMPO DE REBAJAS?
Padre Javier Leoz
Cada uno poseemos nuestra propia naturaleza. En unos es fuerte y, en otros, débil.
Es precisamente en ese punto, en nuestra debilidad o grandeza, donde se dan las
grandes batallas, opciones y decisiones en nuestra vida. Cuando dos ejércitos se
disponen a entrar en conflicto, uno y otro, estudian o piensan las alas más
vulnerables del contrario para entrar por ellos y lograr su derrota.
1.- Estamos ya metidos en la cuaresma. Ser o no ser cristianos. Vivir o no vivir
como tales. Sucumbir o ser fuertes frente ante tanto misil que intenta destruir
nuestra comunión con Dios, deben de ser nuestros interrogantes y nuestra línea de
salida para estas semanas que nos instalarán en la Pascua.
“Demuéstrame que me amas”, sentenció el amado a su amada. “Te seré fiel y
juntos viviremos en lo bueno y en lo malo”, contestó ella. Es en las prueba de fuego
donde surge el alma grande que todos llevamos dentro. En el episodio de las
tentaciones de Jesús en el desierto, brota la recia fe de Jesús: sólo Dios merece
todo. Sólo Dios es digno de ser adorado.
Cristo, en este primer domingo cuaresmal, nos enseña no solamente a sofocar la
tentación (con firmeza y claridad de criterio). Sobre todo nos invita a no romper la
alianza con Dios. En definitiva que todo lo que somos y tenemos (virtudes,
carismas, dones, talentos) no los orientemos al servicio de nuestro propio ego sino
que, todo ello, lo volquemos en la dirección en la que todo se nos ha sido dado:
hacia Dios.
2.- Importante en esta Santa Cuaresma plantearnos el qué hacemos con Dios. Él
quiere hacer con nosotros obras grandes, pretende nuestra salvación. “Dios que te
creó sin ti, no te salvará sin ti”. Este texto de San Agustín ilumina perfectamente el
sentido de este inicio cuaresmal. Estamos llamados a apostar, y fuerte, por el
Señor. ¿Hasta dónde estamos dispuestos?
-Él nos propone un camino de conversión. ¿Qué vemos a nuestro alrededor? ¿Qué
escuchamos? ¡Vive como quieras! ¡Haz lo que creas conveniente! ¡Disfruta que, la
vida, son cuatro días!
-Él nos llama a ser buenos hijos. ¿Qué mensajes percibimos del alero del mundo?
¡No existe nada! ¡Cada uno es dueño de su propia conciencia! ¡Que nada ni nadie
limite tu “libertad”!
-Él nos invita a la salvación. Y, ante esta propuesta, podemos hacer dos cosas: o
recibirla o rechazarla.
No nos confundamos, los caminos fáciles que se nos ofrecen desde distintos
vértices de nuestra realidad social, política y económica, normalmente son
kilómetros que no llevan a ninguna parte.
Constantemente somos tentados a despojarnos del manto cristiano (en la
educación, en el programa de diversas opciones políticas, en el entramado cultural
y social, el concepto de la vida) sin más contraoferta que el todo vale, todo sin
Dios, pensamiento único y humanista.
3.- En estos días estamos asistiendo a la temporada de rebajas en muchos
comercios. No todo lo que reluce es oro ni, todo lo que se vende a bajo coste, es
bueno. Que, este tiempo de conversión, nos ayude a no rebajar aquello que tiene
alto precio: nuestra fe. Que estas semanas nos ayuden a no quitar nunca la
etiqueta de lo que vale Cristo en y para nuestra vida. Que esta Santa Cuaresma sea
un período de guardar, consolidar y acrecentar (bien de orgullosos de ello) aquello
que nos define, nos identifica y nos hace eternos: somos hijos de Dios.
¿Es bueno el tiempo de rebajas para vender la fe? ¡No! Convertirse y saber que
Dios está en medio de nosotros nos llevará a ver las cosas, las personas y hasta a
nosotros mismos con otros ojos.
4.- QUISIERA CONVERTIRME, SEÑOR
De la tibieza de mi vida:
digo creer en Ti no siempre vivo en Ti y contigo
Hablo y frecuentemente son palabras sin sentido
no vienen desde Ti y, muchas veces, no son para Ti.
QUISIERA CONVERTIRME, SEÑOR
De mis falsas seguridades:
espero en Ti pero me fío de mis propias fuerzas
no siempre te sirvo en lo que hago
y, algunas veces, soy yo el que me busco en todo ello.
QUISIERA CONVERTIRME, SEÑOR
De mi mis soledades y angustias
por haberme alejado del costado de tu compañía
Porque, uno de mis pecados, es mi deseo de ser libre
Libre sin más barreras que mi propia libertad
Libre sin más condicionantes que mi propia moral
Libre sin más dignidad que todo lo que considero bueno para mí
QUISIERA CONVERTIRME, SEÑOR
De mi incomunicación con todo lo divino
Mi oración, rápida, rutinaria y distraída
Mi caridad, oportunista, vanidosa y selectiva
Mi vida, fácil, consumista y sin brújula cristiana
Mis caminos, tortuosos y estériles, placenteros y a la carta
QUISIERA CONVERTIRME, SEÑOR
Desde mi corazón, para que Tú, lo hagas tuyo
Desde mi alma, para que en ella, tu tengas la mejor parte
Desde mis entrañas, para que por ellas,
salga a la luz que sólo Tú, y solo Tú, eres quien reina en mi vida
QUISIERA CONVERTIRME, SEÑOR
Ayúdame, Señor, a buscarte en el silencio
Ayúdame, Señor, a descubrirte en el necesitado
Ayúdame, Señor, a contemplarte en las maravillas del mundo
Ayúdame, Señor, a no perderme en las excusas de cada día
en los senderos fáciles y de bajo precio.
Sólo Tú, Señor, tienes palabras de Vida Eterna
Sólo Tú, Señor, eres capaz de darme fuerzas
para vencer y salir victorioso de la tentación de cada jornada
Amén