“Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”
Mt 9, 14-15
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
¿QUÉ LUGAR OCUPA EN MI VIDA EL AYUNO CRISTIANO?
Parece como si la Iglesia se divirtiera poniéndonos en aprieto: por una parte recomienda el
ayuno; por otra, atendiendo a los dos textos que nos presenta hoy, lo redimensiona. Aunque
más que redimensionarlo, lo ex-plica, le da el verdadero sentido. Parece bastante oportuno,
especialmente hoy, cuando se redescubre el ayuno por motivos dietéticos y estéticos: guardar
la línea, vigilar el peso. Añadamos la difusión de las prácticas orientales, en las que el ayuno
tiene su importancia, con vistas a descubrir el "yo" profundo. El ayuno no es, pues, extraño a
nuestra civilización pluralista y abierta a todas las corrientes. Pero hoy la Iglesia subraya dos
dimensiones esenciales del ayuno: su referencia cristológica y su dimensión de solidaridad.
La referencia a Cristo: se ayuna porque Cristo, el Esposo, todavía no está del todo presente en
mí, en la sociedad en la que vivo. El Esposo está preparado, pero yo no: su amor no ocupa
todo mi ser, su causa no se ha cogido verdaderamente por entero. ¿Ayuno para dejarle sitio en
mi vida, para crear un vacío en mí, de suerte que él pueda acaparar toda mi existencia?
La referencia a la solidaridad: mi ayuno debe sensibilizarme con el que pasa hambre y sed,
creando en mi el sentido de responsabilidad con los pobres y necesita-dos. ¿No has notado
que hoy día, después del Concilio, la Iglesia ha redimensionado el ayuno exterior y ha movido a
que los cristianos asuman "las angustias de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres"?
(Gaudium et spes 1). ¿Qué lugar ocupa en mi vida el ayuno cristiano?
ORACION
Señor, apiádate de mí, que me preocupo más de la mentalidad corriente que de tu crecimiento
en mí. Por la salud, si un médico me prescribe una dieta, aunque sea severa, estoy dispuesto a
hacer grandes sacrificios, pero para hacer que crezcas en mí, para sentirte "íntimo" como
Esposo muy ansiado, para eso no me entusiasmo mucho, ni me preocupo por sacrificarme en
de-masía.
Señor, apiádate de mí, porque me preocupo más del aspecto exterior que del interior, estoy
más atento para agradar a los hombres que para agradarte a ti: con frecuencia soy materialista.
"Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias, Señor". Y hoy me siento humillado y
confundido por mi doblez de corazón y mis equívocos.
Acrecienta, Señor, el sentido esponsal de mi vida cristiana, que me aclara tantas cosas de la
tradición de la santidad, que de otro modo resultarían inexplicables. Te pido, en este cuaresma,
aprender a ayunar de lo que me distrae inútilmente de ti, de todo aquello que me aleja de la
contemplación de tu Palabra, de lo que me arrastra a "otros amantes", a otros amores que,
poco a poco, pueden llevarme a ser un adúltero e infiel.