DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA.. CICLO B.
Mc. 1, 12-15.
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el
desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas,
y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a
Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: - «Se ha cumplido el plazo,
está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
CUENTO: LAS TRES RANAS
Tres ranas cayeron en un balde lleno de leche. La primera, pesimista, pensó
enseguida que no había nada que hacer. Desanimada permaneció quieta y
poco a poco se fue hundiendo hasta que se ahogó. La segunda, lúcida
razonadora, pensó que podría salir de apuros dando un gran salto. Con la
idea fija en la mente calculó los valores algebraicos de la trayectoria, halló
ecuaciones parabólicas y dinámicas, después dio un salto. Pero, enfrascada
como estaba en sus elucubraciones, no había notado que el balde tenía un
mango. Y contra el mango fue a destrozarse. La tercera rana tenía un gran
deseo de vivir. No reflexionó mucho, pero quería salir de aquel apuro. No
supo hacer otra cosa que expresar tal deseo: se movió, se agitó, se rebeló
contra su suerte… Y tanto se movió y luchó que la leche se volvió
mantequilla, sacudida por tanto movimiento. Y esta tercera rana fue quien
se salvó.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Las celebraciones más importantes de la vida son ritualizadas y repetidas
años tras año. Nos pasa con la Cena de Navidad, los Cumpleaños, los
Aniversarios…Y es que la vida es celebración y rito. Por eso, no es de
extrañar que la Iglesia, también año tras año, nos invite a entrar en el ciclo
ritual y litúrgico de la Cuaresma, un tiempo de conversión, de solidaridad y
de alegría. La Ceniza, este pasado miércoles, expresaba el sincero deseo de
cambio en nuestras vidas. Estas vidas a veces sometidas al rutinario
devenir de los días, las estaciones y los años. Una rutina que muchas veces
no nos hace vivir con conscientemente nuestra existencia y donde se nos
van pegando adherencias y corazas que van endureciendo nuestro corazón,
nuestros sentimientos, nuestro espíritu. De ahí que la Cuaresma sea como
un toque de atención para ponernos en marcha y mirar hacia dentro, hacia
lo profundo de nosotros mismos y escucharnos, y escuchar la voz amorosa
de Dios que renueva en nosotros su presencia, su protección, y su llamada
a ser lo mejor de nosotros mismos. Este es el sentido del ayuno, de la
abstinencia: dominarnos a nosotros mismos, ser señores de nuestras vidas,
no dejar que las cosas materiales no aten, hacer que nuestro cuerpo y
nuestra alma vivan en armonía, ser conscientes de las múltiples tentaciones
que nos acechan y que muchas veces nos impiden en verdad se felices, en
especial la tentación del dinero, del materialismo, de la apariencia, de la
fama, del poder, creer en la fuerza renovadora liberadora del Evangelio, en
el que se nos invita hoy a creer, trabajar por el Reino de Dios. Para luchar
contra esas tentaciones que también sufrió Jesús, como nos recuerda hoy
genéricamente el Evangelio de hoy. Tentaciones que van haciendo daño en
aspectos fundamentales de nuestra vida: menos tiempo para la familia,
menos tiempo para los amigos, menos tiempo para conversar, menos
tiempo para acoger gratuitamente, menos tiempo para estar con los hijos,
con la pareja, con el marido, con la esposa, con la comunidad, menos
tiempo para nuestro descanso, para escuchar nuestros sentimientos, menos
tiempo para mirar nuestra mente, nuestros corazones, nuestro espíritu,
menos tiempo para Dios.
Jesús nos invita en esta Cuaresma a ir con él al desierto, a echar un vistazo
a lo más profundo de nosotros mismos, a dejarnos desenmascarar los
engaños que nos hacen creer que es mejor y más feliz el que más tiene, el
que más manda, el que más aparenta, el que más vence, el que más
egoísta es.
Cuaresma para no quedarnos de brazos cruzados como la primera de la
rana del cuento, ni para simplemente construir bellos e inteligentes
discursos que luego se estrellan con la realidad, como le ocurrió a la
segunda rana, sino no dejar de mover las patas como la tercera, no dejar
de luchar, no dejar de concretar nuestros buenos deseos cuaresmales y
trabajar por conseguirlos. Sin esfuerzo y perseverancia no hay crecimiento
humano ni cristiano. Cuaresma en definitiva para ser más nosotros mismos,
para ser más amables, para agradecer, para amar más, para preocuparnos
más de los que nos rodean, para ser solidarios con los que sufren y con los
más necesitados, para buscar y amar a Dios.
¡FELZ SEMANA PRIMERA DE CUARESMA!. ¡FELIZ ENCUENTRO CONTIGO
MISMO, FELIZ BÚSQUEDA DE DIOS, FELIZ ENTREGA A LOS QUE TE
RODEAN, FELIZ SOLIDARIDAD CON LOS NECESITADOS, FELIZ VIDA PARA
TI!