Comentario al evangelio del Lunes 27 de Febrero del 2012
Vivimos en un mundo de estadísticas. Hablamos de tantos por ciento, tendencias, mayorías,… Es la
mejor forma de perder conciencia del detalle, el momento concreto, la individualidad. Ahí sí que
somos un número.
El amor es todo lo contrario. No valen porcentajes, ni mayorías, ni “casi siempres”, ni “muchas
veces”. Está claro en el mensaje del Evangelio de hoy: lo más decisivo es el “cada vez”: cada vez que
lo hicisteis, cada vez que no lo hicisteis…
Y no es importante el “cada vez” porque estemos buscando el resultado pleno, el cien por cien (otra
vez los números). El “cada vez” es importante porque a todo “cada vez” va asociada una persona, un
“cada uno”.
Decimos que la persona es lo más valioso que Dios creó en este mundo. Por eso cada persona, cada
vez, precisa toda nuestra atención y dedicación. Aquí ya no valen las estadísticas.
“Es que ‘casi nunca’ mato a nadie”. Absurdo, ¿verdad? Pues si lo llevamos al lado positivo, al amor, a
la preocupación por los demás, comprenderemos más claramente que en la caridad no valen
estadísticas, no se trata de conformarse con “la mayoría de las veces”, con el “casi siempre”.
En el “cada vez” nos jugamos el tipo. Y se producen un montón de “cada vez” a lo largo del día, en
nuestra actividad normal. Tantos se nos escapan…. Queda el consuelo de que con Dios siempre se
puede empezar de nuevo, porque está dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva. Pero necesita nuestra
intención firme de que en la próxima vez (la próxima “cada vez”) estaremos a la altura de las
circunstancias, a la altura del Evangelio.
Manuel Tamargo, cmf