EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la Primera semana de Cuaresma
Libro de Isaías 55,10-11.
Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber
empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla
al sembrador y el pan al que come,
así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que
realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.
Salmo 34(33),4-5.6-7.16-17.18-19.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.
Evangelio según San Mateo 6,7-15.
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por
mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que
les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea
tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los
perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
comentario del Evangelio por
Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza, doctora de
la Iglesia
Manuscrito autobiográfico C, 25 r° - v°
«Rezad así: Padre nuestro»
Fuera del Oficio divino, que tan indigna soy de recitar, no me siento con
fuerzas
para sujetarme a buscar en los libros hermosas oraciones; me produce dolor de
cabeza, ¡hay tantas..., y cada cual más hermosa...! No podría rezarlas todas, y, al
no saber cuál escoger, hago como los niños que no saben leer: le digo a Dios
simplemente lo que quiero decirle, sin componer frases hermosas, y él siempre me
entiende...
No quisiera, sin embargo, Madre querida, que pensara que rezo sin devoción
las oraciones comunitarias en el coro o en las ermitas. Al contrario, soy muy amiga
de las oraciones comunitarias, pues Jesús nos prometió estar en medio de los que
se reúnen en su nombre; siento entonces que el fervor de mis hermanas suple al
mío.
Pero rezar yo sola el rosario (me da vergüenza decirlo) me cuesta más que
ponerme un instrumento de penitencia... ¡Sé que lo rezo tan mal! Por más que me
esfuerzo por meditar los misterios del rosario, no consigo fijar la atención...
Durante mucho tiempo viví desconsolada por esta falta de atención, que me
extrañaba, pues amo tanto a la Santísima Virgen, que debería resultarme fácil
rezar en su honor unas oraciones que tanto le agradan. Ahora me entristezco ya
menos, pues pienso que, como la Reina de los cielos es mi Madre, ve mi buena
voluntad y se conforma con ella.
A veces, cuando mi espíritu está tan seco que me es imposible sacar un solo
pensamiento para unirme a Dios, rezo muy despacio un «Padrenuestro», y luego la
salutación angélica. Entonces, esas oraciones me encantan y alimentan mi alma
mucho más que si las rezase precipitadamente un centenar de veces...
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”