“Ustedes oren de esta manera”
Mt 6, 7-15:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
USTEDES OREN DE ESTA MANERA
Orar es hoy, para muchos cristianos, una empresa difícil. Hay quien la escamotea
aduciendo que no sirve o que "trabajar es orar"; hay quienes la arrinconan excusándose
por no encontrar tiempo para orar, y hay quienes reconocen la dificultad real pero no oran
porque no saben qué decir. Tampoco faltan, entre los más devotos, los que "usan muchas
palabras como los paganos", pidiendo sólo cosas buenas en apariencia. Para todos estos,
Jesús desplaza la clave del problema: no se trata de orar para satisfacer determinadas
necesidades, sino para descubrir que Dios es Padre y llama a todos los hombres a la
comunión de amor con él y en él. Por consiguiente, orar no es una cuestión de decir cosas,
sino una cuestión de amor, que puede expresarse con palabras, pero también en silencio,
y que progresivamente va acaparando toda la vida convirtiéndola en una sola e incesante
oración.
La Palabra eficaz que envía Dios a la atierra vuelve a él después de haber cumplido su
designio; se ha hecho carne, es Jesús: cualquier palabra suya encierra un poder
extraordinario. Es él quien nos dice: “Ustedes oren de esta manera”: `Padre nuestro-.
Pidamos, pues, a Cristo que nos enseñe a repetir la oración con su mismo corazón, para
que crezca en nosotros, día tras día, el amor filial y confiado con nuestro Padre celestial y
con la oración crezca la caridad, que se traduce en perdón con los hermanos. Entonces
nuestra tierra fecundada con la Palabra producirá frutos de vida nueva, dará pan de
misericordia para saciar el hambre de toda la humanidad.
ORACION
Oh Dios, que en Jesús, tu Hijo amado, nos concedes el privilegio de poder llamarte
"Padre", perdona si nuestro corazón no salta de júbilo cada vez que nos atrevemos a
pronunciar tu dulcísimo nombre.
Perdona las veces que nos dirigimos a ti distraídamente, como si fuese la cosa más obvia,
mientras millones de hombres viven atenazados por la angustia y el sinsentido
sencillamente porque ninguno les ha dicho nunca que tú les amas con ternura de padre y
de madre. Concédenos a nosotros la pureza de corazón que permita a los rectos y a los
"pequeños" quedarse atónitos y asombrados con el sólo recuerdo de tu nombre. No
permitas que desperdiciemos tontamente el don tan grande de poder invocarte seguros de
que nos escuchas porque somos tuyos y tú eres nuestro Padre.