Un Dios adentro
Un psiquiatra, Carlos Lisieux, después de pasar por una crisis pasional y
recluirse una temporada en un monasterio, escribe una novela estupenda:
“Un Psiquiatra se pone a rezar”. Su gran aporte es el cómo integrar el Dios
trascendente (El Gran Otro) y el Dios inmanente (la escucha de uno mismo,
el contacto con la naturaleza y la fuerza regeneradora del Silencio). La
puerta de entrada a la espiritualidad es la propia interioridad.
Jesús, en el evangelio, lleva a tres de sus amigos al monte para vivir allí
una experiencia profunda de espiritualidad. Es un hondón en el camino:
Silencio, contemplación, irradiación, diálogo, proyección. Allá en el interior
más íntimo se resuena la voz del Padre que atestigua la presencia de su
Hijo como el “Predilecto” a quien debemos escuchar.
Pablo nos abre el camino: ¿Quién estará contra nosotros, si Dios está de
nuestra parte? Nos ha dado a su propia Hijo quien ha asumido nuestra
condición humana y sabe de nuestra angustia más adversa. Y no sólo la
conoce sino que puede transformarla en bien haciendo de nuestro polvo
mortal materia de resurrección y de vida en plenitud. Es el campo de
nuestra oración que parte de nuestra realidad para elevarla.
Abrahán proyecta una luz nueva. Sabe de las promesas de Dios. Se ha
confiado a Él sin reservas. Pero es un hombre viejo y tiene un solo hijo. Sin
embargo, obedece sacrificarlo aceptando así el mandato del Señor. Su
obediencia, que es su propia fe, ha sido premiada. En él serán benditas
todas las generaciones. Dios adentro realiza maravillas con su pueblo, con
nosotros. Basta escuchar la voz de su Hijo muy amado.
Cochabamba 04.03.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com