II Semana de Cuaresma
Con permiso de dominicos.org
Sabado
"Deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido;
estaba perdido, y lo hemos encontrado".
I. Contemplamos la Palabra
Lectura de la profecía de Miqueas 7,14-15.18-20:
Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que
habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo. Pastarán en Basán y
Galaatl, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba
mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa
al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la
misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo
hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán,
como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12 R/. El Señor es compasivo y misericordioso
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15,1-3.11-32:
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a
escucharle.
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores
y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo
a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les
repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo
suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y
empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de
aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de
saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen
abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en
camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus
jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba
lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y
se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti;
ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en
seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los
pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este
hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y
empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se
acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le
preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha
matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se
negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su
padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden
tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis
amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con
malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre
estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano
tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»
II. Oramos con la Palabra
CRISTO,suelen considerar como protagonista de esta parábola al “hijo pródigo”,
pero tú pones como protagonista al Padre bueno. Yo me veo reflejado en el hijo
que abusa de la bondad de su padre, y a veces en ese otro hijo envidioso que se
entristece del gozo paterno al regresar su hijo perdido. Pero está claro que,
sobre las aguas turbias de uno y otro está el aceite de la misericordia infinita de
tu Padre y Padre nuestro. ¡Qué maravilla de Padre tengo y qué maravilla de
parábola me ofreces para conocerlo!
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
“Volverá a compadecerse”
Este texto del profeta Miqueas evoca, ya desde esta segunda semana de
Cuaresma, al grito jubiloso de la Iglesia la noche de Pascua cuando canta en el
Pregón Pascual “Feliz la culpa, que mereció tal Redentor”. El pueblo siente como
vuelve a estar lejos de su Dios y el profeta le compone un himno recordando las
maravillas obradas por Dios en favor de Israel a pesar de la infidelidad. Sabe en
su corazón, (que es donde se revelan los grandes misterios), que Dios no
mantendrá su ira, que volverá de nuevo a compadecerse. Él, que reunirá una
multitud de pueblos, se ha reservado un lugar desierto donde apacentará solo a
su rebaño disperso, sin seguridad alguna, que puede confiar solo en él. Por eso
vivamos felices a pesar de vernos débiles ante Dios porque será Él quien arroje
nuestros fallos al fondo del mar, para volver a comenzar su alianza de amor con
nuestro corazón.
“Deberías alegrarte”
Desde el principio del Evangelio vemos cómo tenemos dos grupos de personas
que están con Jesús: los publicanos y pecadores que van a escucharle y los
letrados y fariseos que murmuran. Y el evangelista nos señala claramente cuál
es la actitud de cada uno, llevándonos ya desde este instante a ir dándole
sentido a la parábola siguiente, donde Jesús habla de cómo dos hijos se
relacionan con su padre.
Uno de los mayores fallos del hijo menor no es solo que abandonara el hogar y
gastara la fortuna, sino que dice el texto: “vivió perdidamente”, o sea, perdió la
vida. La cual su padre había guardado afanosamente hasta el momento en que
decide apartarse irresponsablemente. Pero el apartarse no solo se da en el
sentido físico, ya que el hijo mayor estaba aún más lejos del corazón de su
padre que su hermano.
No podemos cambiar actitudes exteriores sin cambiar las interiores. En primer
lugar eso es gracia de Dios y por eso aprovechamos esta Cuaresma para ir
dando pasos hacia el corazón de Dios desde lo profundo de nosotros, y así las
obras buenas y los gestos bondadosos serán los que broten de nosotros. Que
Dios nos conceda la gracia de ir curando lo que hay en nosotros de hijo mayor e
hijo menor, convirtiéndonos así en imagen de Dios Padre que se alegra siempre
la vuelta de sus hijos a sus caminos de felicidad.
MM. Dominicas Monasterio Sta. María la Real
Bormujos (Sevilla)