Comentario al evangelio del Lunes 05 de Marzo del 2012
La oración penitencial comunitaria de Daniel en la primera lectura nos prepara para escuchar el texto
del evangelio: “Sed compasivos, como también vuestro Padre es compasivo”. Pero, ¿quién se siente
preparado para actuar como Dios actúa?
Y a continuación nos da como una especie de vocabulario básico para vivir en cristiano, algo así como
las frases fundamentales para entenderte con la gente cuando viajas a un país extranjero: “No juzguéis,
no condenéis, perdonad, dad…Dios os medirá con la misma medida con que vosotros midáis a los
demás.”
Sólo quien tiene el corazón abierto a Dios y ha experimentado la compasión y el perdón en su vida, es
capaz de actuar guiado por esos sentimientos.
Decíamos en el salmo de hoy: “Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados…, que tu
compasión nos alcance pronto pues estamos agotados.”
En el Reino que Jesús inaugura, hay que ignorar las barreras creadas por afinidades y simpatías
naturales. Se trata de adoptar el comportamiento misericordioso de Dios, para recrear una humanidad
nueva. El amor del discípulo de Jesús siempre es entendido en el Nuevo Testamento no como un
sentimiento, sino como una acción y una tarea, y debe alcanzar incluso a aquellos que no lo merecen:
los enemigos, los que te odian, los que te golpean, los que te roban.
La Beata Teresa de Calcuta siguió practicando el amor total y desinteresado al prójimo más pobre y
abandonado a pesar de la oscuridad y desolación interior en que vivía. Así lo revelan sus cartas
íntimas. Nadie podía imaginar que esta mujer tan entregada a las obras de caridad más heroicas,
viviera en una profunda noche espiritual: no sentía la cercanía de Dios, pero nunca renunció a la
compasión. Esa es su grandeza espiritual y lo que la convierte en ejemplo permanente para nosotros.
Su amor a los pobres era fruto de una fe pura y desnuda en Jesús, cuya palabra no se cansaba de
escuchar. ¿Con el corazón rebosante de alegría quien no es capaz de algún heroísmo?
Carlos Latorre, cmf