EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 20,17-28.
Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el
camino les dijo:
"Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los
sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte
y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero
al tercer día resucitará".
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y
se postró ante él para pedirle algo.
"¿Qué quieres?", le preguntó Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se
sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda".
"No saben lo que piden", respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?".
"Podemos", le respondieron.
"Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi
derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son
para quienes se los ha destinado mi Padre".
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes de las naciones
dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se
haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su
vida en rescate por una multitud".
Comentario del Evangelio por
Beato Tito Brandsma, mártir, carmelita Holandés (1881-1942)
La mística del sufrimiento
Estamos subiendo a Jerusalén
El mismo Jesús se declaró cabeza del Cuerpo místico del que nosotros somos
los miembros. Él es la vid; nosotros los sarmientos (Jn 15,5). Se extendió sobre la
prensa y se puso a pisarlo; nos dio así el vino para que bebiéndolo, pudiéramos
vivir de su vida y compartir sus sufrimientos. "El que quiera hacer mi voluntad, que
tome cada día su cruz. El que me sigue tiene la luz de la vida. Soy el camino. Os di
ejemplo con el fin de que vosotros también hagáis, lo que yo hice por vosotros " (Lc
9,23; Jn 8,12; 14,6; 13,15). Y como sus discípulos no comprendían, que su camino
debía ser un camino de sufrimiento, se lo explicaba diciendo: "¿No hacía falta que
Cristo sufriera todo esto para entrar en su gloria?" (Lc 24,26)
Entonces el corazón de los discípulos ardía en su interior (v. 32). La Palabra
de Dios los inflamaba. Y cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como una
llama divina, para abrasarlos (Hch. 2), se sentían felices de sufrir desprecio y
persecución (Hch. 5,41), porque así se parecían al que los había precedido en el
camino del sufrimiento. Los profetas ya habían anunciado este camino de
sufrimiento de Cristo, y los discípulos comprendían por fin que no lo había evitado.
De la cena al suplicio de la cruz, pobreza y falta de comprensión fueron su heredad.
Había pasado su vida enseñándoles a los hombres que la mirada de Dios en el
sufrimiento, la pobreza, la incomprensión humana, es diferente de la loca sabiduría
del mundo (1Co 1,20)... En la cruz está la salvación. En la cruz está la victoria. Dios
lo quiso así.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”