EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la tercera semana de Cuaresma
Libro de Jeremías 7,23-28.
Esta fue la orden que les di: Escuchen mi voz, así yo seré su Dios y ustedes serán
mi Pueblo; sigan por el camino que yo les ordeno, a fin de que les vaya bien.
Pero ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que obraron según sus
designios, según los impulsos de su corazón obstinado y perverso; se volvieron
hacia atrás, no hacia adelante.
Desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta el día de hoy, yo les envié
a todos mis servidores los profetas, los envié incansablemente, día tras día.
Pero ellos no me escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que se obstinaron y
obraron peor que sus padres.
Tú les dirás todas estas palabras y no te escucharán: los llamarás y no te
responderán.
Entonces les dirás: "Esta es la nación que no ha escuchado la voz del Señor, su
Dios, ni ha recibido la lección. La verdad ha desaparecido, ha sido arrancada de su
boca".
Salmo 95(94),1-2.6-7.8-9.
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor!
¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano.
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
"No endurezcan su corazón como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto,
cuando sus padres me tentaron y provocaron,
aunque habían visto mis obras.
Evangelio según San Lucas 11,14-23.
Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el
mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada,
pero algunos de ellos decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de
Belzebul, el Príncipe de los demonios".
Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas
va a la ruina y sus casas caen una sobre otra.
Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como
ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.
Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan
los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que
el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus
posesiones están seguras,
pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba
y reparte sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Comentario del Evangelio por
San Amadeo de Lausanne (1108-1159) monje cisterciense, obispo
4ªHomilía mariana; SC 72 (trad. SC, p. 115 rev.)
El dedo de Dios
«Que tu mano salvadora me ayude porque he elegido tus decretos.» (cf Sal
118,173) El Hijo único del Padre es llamado mano de Dios porque por él todo fue
hecho. Esta mano actuó en la encarnación, no sólo dejando a su madre sin herida
alguna, sino, según el testimonio de los profetas, asumiendo nuestras
enfermedades y cargando con nuestros sufrimientos. (cf Is. 53,4)
Ciertamente, esta mano, llena de remedios diversos, ha curado toda
enfermedad. Ha alejado todas las causas de la muerte; ha resucitado a los
muertos; ha derrocado las puertas del infierno; ha encadenado al fuerte y lo ha
desarmado; ha abierto los cielos; ha derramado el Espíritu de amor en les
corazones de los suyos. Esta mano libera a los presos y devuelve la luz a los
ciegos; levanta a los caídos; ama a los justos y guarda a los forasteros; acoge al
huérfano y a la viuda. Saca de la tentación a los que están a punto de caer;
reconforta a los que sufren; devuelve la alegría a los afligidos; abriga bajo su
sombra a los pobres; escribe para los que quieren meditar su ley; toca y bendice
los corazones que oran; los robustece en el amor por su contacto; los hace
progresar y perseverar en su empeño. En fin, los conduce a la patria; los lleva al
Padre.
Porque se hizo carne para atraer al hombre a través de su Humanidad, para
reconducir en el amor a la oveja descarriada al Padre todopoderoso e invisible.
Porque la oveja perdida, por haberse alejado de Dios, había caído «en la carne»,
era necesario que esta mano, hecha hombre, la levante por su humanidad, para
conducirla al Padre, en el Espíritu del amor(Lc 15,4s).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”