Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo de Cuaresma,
Domingo de la Semana No. 4
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: La ira y la misericordia del Señor se manifiestan en la
deportación y en la liberación del pueblo * Que se me pegue la lengua al paladar si
no me acuerdo de ti. * Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con
Cristo * Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él
Textos para este día:
2 Crónicas 36,14-16.19-23:
En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus
infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la
casa del Señor, que él se había construido en Jerusalén. El Señor, Dios de sus
padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque
tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los
mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta
que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio. Los
caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron
fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que
escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del
rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo
que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: "Hasta que el país haya pagado sus
sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta que se cumplan los
setenta años."
En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra del Señor,
por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó
publicar de palabra y por escrito en todo su reino: "Así habla Ciro, rey de Persia: "El
Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha
encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros
pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!""
Salmo 136:
Junto a los canales de Babilonia / nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; / en
los sauces de sus orillas / colgábamos nuestras cítaras. R.
Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; / nuestros opresores, a
divertirlos: / "Cantadnos un cantar de Sión." R.
¡Cómo cantar un cántico del Señor / en tierra extranjera! / Si me olvido de ti,
Jerusalén, / que se me paralice la mano derecha. R.
Que se me pegue la lengua al paladar / si no me acuerdo de ti, / si no pongo a
Jerusalén / en la cumbre de mis alegrías. R.
Efesios 2,4-10:
Hermanos: Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando
nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia
estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo
con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad
para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante
la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las
obras, para que nadie pueda presumir. Pues somos obra suya. Nos ha creado en
Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para
que las practicásemos.
Juan 3,14-21:
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Lo mismo que Moisés elevó la serpiente
en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que
cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único
para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está
juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste
en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz,
porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y
no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que
realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas
según Dios."
Homilía
Temas de las lecturas: La ira y la misericordia del Señor se manifiestan en la
deportación y en la liberación del pueblo * Que se me pegue la lengua al paladar si
no me acuerdo de ti. * Estando muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con
Cristo * Dios mandó su Hijo al mundo para que el mundo se salve por él
1. Destrucción y Renacer
1.1 La primera lectura resume en apretadísima síntesis los acontecimientos que
marcaron el comienzo y luego el final del destierro de los judíos a Babilonia, cosas
todas sucedidas en el siglo VI antes de Cristo.
1.2 El destierro fue para los judíos algo así como beberse el cáliz de la muerte.
Perdieron no sólo su tierra y sus bienes, sino numerosas vidas, libertad, soberanía,
el templo e incluso la fe en el Dios de la Alianza quedó severamente golpeada:
¿dónde estaba el Dios Salvador mientras el hambre conducía a las más horribles y
asqueantes excesos a los habitantes de Jerusalén? ¿Dónde se escondía mientras
ardían las casas, los hombres eran degollados, las mujeres abusadas, los bienes
confiscados en medio de la más brutal altanería?
1.3 El golpe terrible del destierro desmoronó mucho pero no todo en Judá. La
meditación profunda y sentida en estos acontecimientos produjo páginas de un
dolor impresionante, que podemos leer por ejemplo en el libro de las
Lamentaciones, pero también trajo un espíritu nuevo, un espíritu de humildad y
reconocimiento de las propias culpas que llevó finalmente a la única conclusión
posible, la que hemos oído en la primera lectura: "ellos se burlaron de los
mensajeros de Dios, despreciaron sus advertencias y se mofaron de sus profetas,
hasta que la ira del Señor contra su pueblo llegó a tal grado, que ya no hubo
remedio".
1.4 Esta viva conciencia del pecado y de la infidelidad pertinaz del pueblo condujo,
sin embargo, a un descubrimiento maravilloso: aunque nosotros seamos infieles,
Dios es el siempre fiel; aunque en nosotros haya maldad, la maldad no tiene poder
sobre Dios. Y así fue entrando en la conciencia del pueblo una certeza maravillosa:
la bondad de Dios, cuando supera a nuestra maldad manifiesta, es puro regalo, es
GRACIA. Y el poder de Dios, cuando se impone más allá de los caprichos y
egoísmos humanos, es PROVIDENCIA.
2. Salvados por Gracia
2.1 También la segunda lectura nos habla de la gracia, ¡y con qué palabras tan
vigorosas! Deleitémonos rumiando la dulzura de estas proclamas de amor y gozo:
"estábamos muertos por nuestros pecados y él nos dio la vida con Cristo"; "por
pura generosidad suya hemos sido salvados"; "en todos los tiempos, Dios muestra,
por medio de Jesús, la incomparable riqueza de su gracia y de su bondad para con
nosotros"; "ustedes han sido salvados por la gracia mediante la fe"; "es un don de
Dios"; "somos hechura de Dios".
2.2 Es que probablemente no haya en el Nuevo Testamento otro tan enamorado de
la gracia como Pablo, que apreció en su propia historia el poder del amor que
redime más allá de nuestras expectativas y, desde luego, muchísimo más allá de l
oque merecíamos. Ahora entendemos que el peor de los destierros no es lo que
vivieron los judíos, oprimidos por los caldeos y llevados en cautiverio a Babilonia; el
peor exilio es el del pecado, que nos enajena de nuestro bien propio que es la
amistad divina.
2.3 Lo nuevo que nos trae Pablo es un camino para acceder a la gracia. Ese camino
se llama la fe. Nuestra salvación es obra de Dios y la manera de recibir esa obra,
que es manifiesta en Cristo, y sobre todo en su pasión, es mediante la fe.
Reconstruidos en Cristo, es posible orientarnos hacia el bien para el que fuimos
creados.
3. "Tanto amó Dios al Mundo..."
3.1 Según encuestas, la frase más amada de la Biblia, la preferida por un mayor
número de personas es la que hemos oído hoy en el evangelio: "tanto amó Dios al
mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él no perezca,
sino que tenga vida eterna". La gracia enlaza la primera y la segunda lecturas; la fe
enlaza a la segunda con el evangelio.
3.2 "Creer en el Hijo" es aceptar el regalo de amor que no merecíamos pero que sí
necesitábamos. "Creer en el Hijo" es reconocernos enfermos y ver en él nuestra
medicina y nuestro médico. "Creer en el Hijo" es ver que sus llagas son el espejo de
nuestras heridas, pero a la vez, su gloria es anuncio de nuestro destino celeste.
3.3 Hermanos, vamos a creer en el Hijo. Vamos a creer en la gracia. Vamos a creer
en la providencia. Vamos a vivir en la salvación: es regalo y es real para ti, para mí
y para todo el que crea en el amor sin límites de Dios.