“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
Mc 12, 28-34
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
MENDIGOS DE AMOR Y DE PAZ, RECIBIREMOS GRATUITAMENTE EL DON SI
ACOGEMOS AL AMOR SOBREABUNDANTE QUE NOS RENUEVA, DÍA TRAS DÍA
Un escriba pregunta a Jesús haciéndose portavoz de todos nosotros, que tratamos de
comprender mejor lo que nos pide el Señor. Se trata de una pregunta sencilla que quizás
planteamos no por curiosidad, sino con el corazón dispuesto a obedecer. La respuesta
no es menos sencilla: Dios, que es amor, quiere de nosotros amor porque quiere
hacernos partícipes de su misma vida. Lo que nos manda es, antes que nada, don
inaudito, tesoro, fuente de todo bien. Hoy la Palabra nos señala en concreto el horizonte
ilimitado de esta realidad nueva y cómo tenemos que actuar para poderlo abarcar en su
plenitud. La condición esencial es renunciar a cualquier forma de idolatría: "El Señor
nuestro Dios es el único Señor". Pero cuántas veces hemos llamado "dios nuestro" a las
obras de nuestras manos, adorando nuestras realizaciones de bienes materiales, de
carrera y posición social, de éxito... Y nos hemos hecho esclavos de cosas efímeras,
transformando a los hermanos en rivales, perdiendo la libertad tan deseada.
Desde lo hondo de este abismo queremos volver a las altas cimas. Pero no será nuestro
esfuerzo el que lo logrará, sino nuestra humildad, nuestra pobreza: mendigos de amor y
de paz, recibiremos gratuitamente el don si acogemos al Amor sobreabundante que nos
renueva, día tras día, rompiendo las barreras de nuestro egoísmo, traspasando los
estrechos horizontes de nuestra capacidad de amar. Entonces, todo hombre se
convertirá en "prójimo".
ORACION
Oh Padre, tú eres puro don y de ti viene todo bien: acoge nuestro humilde y frágil deseo
de entrar en la región bienaventurada de tu amor. No somos capaces de nada, pero tú
mismo has querido derramar en nuestros corazones tu Santo Espíritu, fuente de amor.
Haz que acojamos con generosidad un don tan grande. Abre de par en par la capacidad
de nuestro corazón para que dejemos que tú mismo, hecho amor en nosotros, llegues a
todo hermano que encontremos en el camino. Sabes qué necesidad tenemos todos de
experimentar un amor santo que, superando cualquier formalismo convencional, todo
cálculo, se manifieste en gestos verdaderamente evangélicos, creativos, capaces de
novedad y belleza. Pero ¿quién sino tú mismo ha puesto en nosotros esta aspiración tan
noble? Danos lo que nos mandas, lleva a plenitud lo que has comenzado en nosotros.