“La palabra de Jesús es la Palabra del Padre”
Jn 7, 40-53
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
¿DÓNDE ESTÁ HOY JESUCRISTO? ¿DÓNDE PODREMOS RECONOCERLO Y
SEGUIRLE?
La Palabra de Dios siempre es viva, pero, ciertamente, hoy nos presenta temas particularmente
impactantes. La confesión dolorosa del profeta Jeremías nos dice hasta qué punto hay que
estar dispuestos a padecer por ser fieles a Dios, sirviéndole con corazón recto. Pero no menos
chocantes son las preguntas sobre la identidad del Mesías que aparecen en el Evangelio. Hoy
también se nos pregunta, a veces angustiosamente, quién es Jesús. La gente se divide en el
modo de pensar y buscar la verdad. Muchos "se marchan a su casa" encerrados en la duda o
la indiferencia porque rechazan al único que es capaz de unificar el corazón y los hombres. ¿Y
qué decir de las amenazas, persecuciones y condenas de inocentes? Un cuadro oscuro
aparece ante nuestros ojos... Sin embargo, siempre existen figuras egregias que, como
Nicodemo, desafían la opinión de los "poderosos" con su indómita pasión por la verdad.
Por cierto, no fue nada fácil para los contemporáneos de Cristo creer en él. Debe brotar en
nosotros un inmenso agradecimiento hacia los que le reconocieron y siguieron, pues abrieron
con su fe el camino de la salvación.
¿Dónde está hoy Jesucristo? ¿Dónde podremos reconocerlo y seguirle? Quizás sea ésta la
única pregunta que nos interese, y nadie puede responder por nosotros. Leer estos textos,
confrontándolos con la historia actual, significa adentrarse en la Palabra de Dios, vivir a Cristo.
ORACION
Oh Dios, Padre omnipotente, noche y día te dirigimos la pregunta angustiosa: ¿hasta cuándo
durarán en la tierra tantos males? ¿Hasta cuándo triunfarán los prepotentes y prosperarán los
malvados? ¿Hasta cuándo calumniarán al inocente sin que lo defiendas, perecerá el justo sin
que le socorras? Ábrenos los ojos de la fe para poder reconocer que tú das sentido a todo,
desde el momento en que estás siempre presente al lado de todo ser humano en tu Hijo
amado, el Santo, el Inocente, el Cordero manso llevado por nosotros al matadero. Haz que
vivamos para él y nos adhiramos a su Palabra, en la que creemos y en la que queremos creer
con todas nuestras fuerzas.
Aumenta nuestra fe, que nos mantengamos firmes y perseverantes en la hora en la que el
misterio extiende su sombra sobre nuestro corazón amedrentado, hasta que se revele en
plenitud tu sabio designio de amor