Cristo es el centro de la historia.
(2012-03-29)
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 8, 51-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo les aseguro: el que es fiel a mis
palabras no morirá para siempre».
Los judíos le dijeron: «Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado.
Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: “El que es fiel a
mis palabras no morirá para siempre”. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre
Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?»
Contestó Jesús: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que
me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: “Es nuestro Dios”, aunque
no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan
mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su Palabra. Abraham, el
padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró
por ello».
Los judíos le replicaron: «No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?»
Les respondió Jesús: «Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo
Soy».
Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del
templo. Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, quiero ser fiel a tu Palabra y tener un momento de intimidad contigo en la
oración. Creo, espero y te amo. Dame tu luz para que sepa guardar el silencio
necesario para escuchar lo que hoy me quieres decir.
Petición
Señor, ayúdame a incrementar mi vida de gracia y a vivir siempre de acuerdo a
ella.
Meditación
Cristo es el centro de la historia.
«Tras la pregunta de los judíos que es también nuestra pregunta “¿Quién eres
tú?”, Jesús se remite en primer lugar a Aquel que lo ha enviado y en nombre del
cual Él habla al mundo. Repite de nuevo la frmula de la revelacin, el “Yo soy”,
pero la extiende ahora a la historia futura. “Cuando levantéis al Hijo del hombre
sabréis que Yo soy”. En la cruz se hace perceptible su condicin de Hijo, su ser uno
con el Padre. La cruz es la verdadera “altura”, la altura del amor “hasta el
extremo”; en la cruz, Jesús se encuentra a la “altura” de Dios, que es Amor. Allí se
le puede “reconocer”, se puede comprender el “Yo soy”. La zarza ardiente es la
cruz. La suprema instancia de revelacin, el “Yo soy” y la cruz de Jesús son
inseparables. No encontramos aquí una especulación metafísica, sino la realidad de
Dios que se manifiesta aquí por nosotros en el centro de la historia. “Entonces
sabréis que Yo soy”. ¿Cuándo se hace realidad ese “entonces”? Se hace realidad
constantemente en la historia» (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret,
primera parte, p. 139).
Reflexión Apostólica:
«La pobreza cristiana comporta una visión eminentemente positiva de las criaturas:
no las menosprecia, sino que reconoce su verdadero valor de medios que Dios pone
a disposición del hombre para alcanzar los objetivos esenciales de la vida, y
suavizar su tránsito por el mundo hacia la eternidad y como talentos que hay que
hacer fructificar» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 196).
Propósito
Revisar mis actividades para saber qué lugar ocupa Dios en mi vida.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, qué fácilmente puedo negarte el lugar que te corresponde en mi vida.
No quiero dejarme envolver por lo transitorio y fugaz para saber dedicar el mayor y
el mejor tiempo de mi vida al servicio de los demás, por amor a Ti. Por eso te doy
gracias por este momento de oración que me hace reconocer, agradecer y evaluar
el uso que estoy dando a todos los talentos con los que has enriquecido mi vida,
especialmente el uso de mi tiempo.
«Dios te quiere y te quiere feliz, y quiere que le ames con tu pobreza; le basta que
tu amor sea solamente una exclamacin: “Seor, tengo necesidad de Ti”»
( Cristo al centro , n. 56).