EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 13,1-15.
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de
este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo,
los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de
Simón, el propósito de entregarlo,
sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido
de Dios y volvía a Dios,
se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura.
Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a
secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies
a mí?".
Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero
después lo comprenderás".
"No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le respondió: "Si yo
no te lavo, no podrás compartir mi suerte".
"Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y
la cabeza!".
Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque
está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos".
El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos ustedes están
limpios".
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo:
"¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy.
Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben
lavarse los pies unos a otros.
Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.
Comentario del Evangelio por
Santa Catalina de Siena (1347-1380), terciaria dominica, doctora de la
Iglesia, copatrona de Europa
Carta 52
"Os di ejemplo para que también vosotros hagáis lo mismo»
"Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de
padecer" (Lc 22,15). Acordándome de estas palabras de nuestro Salvador, si me
preguntáis qué Pascua deseo tener con vosotros a mi vuelta, os responderé: la
Pascua del Cordero inmolado, la misma que Él hizo de sí mismo, cuando se dio a
sus discípulos. ¡Oh manso cordero pascual, preparado por el fuego del amor de Dios
sobre la cruz santísima! ¡Alimento divino, fuente de felicidad, de alegría y de
consuelo! Nada falta, ya que para tus servidores tú mismo te hiciste mesa, alimento
y servidor... El Verbo, el Hijo único de Dios, se entregó con un inmenso fuego de
amor.
¿Quién nos presenta la Pascua hoy? El Espíritu Santo servidor. A causa del
amor sin medida que nos tiene, no se contentó con que otros nos sirvieran, sino
que él mismo quiere ser nuestro servidor. Es en esta mesa donde mi alma desea
estar... para comer la pascua antes de morir... Sabed que en esta mesa, es bueno
que nos presentemos a la vez desnudos y vestidos: desnudos de todo amor propio,
de todo atractivo por este mundo, de toda negligencia y de toda tristeza - porque
una mala tristeza deseca el alma - y revestidos de esta caridad ardiente de Cristo...
Cuando el alma contempla a su creador y esta bondad infinita que encuentra
en él, no puede dejarle de amar... En seguida, ama lo que Dios ama y detesta
aquello que le desagrada, porque por amor se despojó de mismo... Por deseo de
nuestra salvación y del honor de su Padre, Cristo se humilló y se entregó a una
muerte ignominiosa en la cruz, loco por amor, ebrio y enamorado de nosotros. Esta
es la Pascua que deseo celebrar a mi vuelta .
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”