“JERUSALÉN PASCUAL”
Homilía de Monseñor Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas
Para el Domingo de Ramos (1 de abril de 2012)
Durante la Semana Santa que iniciamos actualizaremos en nuestras
celebraciones litúrgicas lo que aconteció hace casi 2000 años en Jerusalén. Muchas
veces creemos que nuestro momento es el peor, pero en la historia cada situación
vivida a tenido sus graves problemas. No era fácil el contexto en donde se vivió la
Pascua del Señor. Tanto por la dominación del Imperio Romano, como por la
complejidad de la religiosidad de los judíos y los paganos. En Jerusalén
transcurrieron los días y hechos cruciales de nuestra fe. Jerusalén nos evoca el
pasado histórico y el futuro escatológico. Aunque lamentablemente siempre
abundan los conflictos, Jerusalén nunca dejó de ser una tierra cargada de historia,
misterio y sobre todo fe. Es ahí en Jerusalén donde Jesucristo va a vivir la Pascua.
Esta va a ser su Pascua, nuestra Pascua y la Pascua de la humanidad.
En este domingo celebramos la entrada mesiánica a Jerusalén (Mc. 11,1-10).
Jesús montado sobre un pobre burro, es el rey humilde que contradice el poder
romano y religioso de los judíos que no entendían la presencia de Dios. Leeremos
también la pasión del Señor, su muerte y resurrección. Con la lectura de estos
textos nos prepararemos para las diversas celebraciones de la Semana Santa. El
jueves 5 nos reuniremos a las 9 horas en Loreto, nuestro centro de espiritualidad,
con todos los sacerdotes de la Diócesis y el pueblo de Dios que viajará hasta allí
para acompañarnos, y celebrar la Misa Crismal. Esta Misa lleva este nombre porque
realizaremos la bendición de los distintos óleos y el Santo Crisma, aceites sagrados
que usamos en la distribución de los Sacramentos durante el año. También en esta
Eucaristía los sacerdotes renovaremos nuestras promesas sacerdotales. Renovamos
el agradecimiento por el llamado que Dios nos ha hecho a ser Apóstoles y amigos.
Anticipamos esta renovación de las promesas sacerdotales por una razón pastoral,
para estar juntos, ya que la institución del sacerdocio ministerial es celebrada en la
Cena del Señor. La Misa del jueves por la noche. Allí los cristianos nos reunimos a
celebrar la institución de la “Eucaristía”, del sacerdocio y del servicio con el gesto
del lavatorio de los pies. Después siguiendo los textos de la Palabra de Dios nos
encaminamos a participar en “el Vía Crucis”, en el juicio y la muerte del que fue
crucificado el Viernes Santo. El sábado por la noche la Misa empezará en la
oscuridad y el cirio encendido será la luz de Cristo, la esperanza y la vida que
ilumina las tinieblas. Los aleluyas expresarán el triunfo de la vida, sobre la muerte,
porque Cristo, el que murió, ¡Resucitó! La liturgia Pascual nos invita a que nosotros
también subamos a Jerusalén para vivir nuestra Pascua.
Muchos al escuchar: Semana Santa o Pascua, lo asocian solamente a
vacaciones o a diversión. Como muchos contemporáneos de Jesús, no captan ni
entienden el sentido profundo y la posibilidad que Dios quiere regalarnos de vivir la
conversión y la Pascua. Hoy corremos el riesgo que el secularismo nos lleve a
vaciar de contenido aquello que celebramos. El secularismo es una forma de
ateísmo práctico. No discute la existencia de Dios, la omite y vacía de valores que
son fundamentales a la dignidad humana. No está mal que algunos quieran
tomarse un descanso de la rutina diaria, pero esto debe convivir con nuestro
compromiso cristiano de participar y vivir la Pascua y las celebraciones, para
renovar la fe.
Este tiempo fuerte de Semana Santa y Pascua, es una oportunidad para que
todos, pero especialmente los cristianos y en particular aquellos que tenemos
distintas responsabilidades dirigenciales y sociales, realicemos un profundo examen
de conciencia, sobre como vivimos el llamado a la santidad, en el ejercicio de
nuestra condición de ciudadanos. Acompañar a Jesucristo, el Señor, en estos días
implica internalizar el camino, la verdad y la vida que el Señor quiere darnos.
Quiero subrayar la necesidad de “participar” en todas las celebraciones de
Semana Santa. Esto llenará de sentido nuestras vidas y nos animará a renovarnos
como hombres y mujeres “pascuales”, para que renovados en la fe podamos ser
fermento de transformación social y globalizar la solidaridad.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén
Martínez
Obispo de Posadas