“Pasin de nuestro Seor Jesucristo según San Marcos”
Mc 14, 115, 47
Autor Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LA LITURGIA DE HOY ABRE LAS CELEBRACIONES PASCUALES.
Nos encontramos entre la muchedumbre que acude festiva a la entrada de Jesús en la ciudad
santa y se nos invita a continuación a escuchar la dolorosa pasión que en Marcos da la
definitiva respuesta a la pregunta que atraviesa todo el Evangelio: ¿quién es Jesús?. Y también
nosotros debemos ahora pronunciarnos a su favor con verdad y franqueza para no pasar -
como hizo la muchedumbre- del hosanna al crucifige. Debemos preguntarnos si de verdad
también nosotros estamos dispuestos a afrontar con el Maestro y nuestro Señor el camino del
amor. Es una senda que se manifiesta, en su aparente debilidad e inutilidad, en un abandono
incondicionado a la voluntad del Padre. Si los discípulos de entonces, que habían palpado el
Verbo de la vida, que habían hundido en sus ojos la mirada, no lo han comprendido, sino que
abandonaron y traicionaron a Jesús, ¿cómo podremos nosotros presumir de ser fieles,
engatusados como estamos por mil sirenas que nos ofrecen una felicidad efímera?
¿Osaremos tener la mirada fija en Jesús, por lo menos en estos días santos, para no dar una
mano al que trata de asfixiar al amor? Sólo a los pies de la cruz podrá renacer en nosotros una
fe más madura en Jesús verdadero hombre y verdadero Dios, un Dios tan enamorado de su
criatura que acepta morir por amor. Nuestra vida necesita esta fe para crear la novedad de
gestos que sólo el amor humilde sabe inventar, y para transfigurar la trivialidad cotidiana en una
maravillosa epifanía del Reino de Dios que está en medio de nosotros.
ORACION
Concédenos, Señor, la gracia de vivir este tiempo en un profundo recogimiento interior. Que
hasta en los compromisos diarios de nuestro trabajo permanezca viva en nosotros la memoria
de tu santísima pasión. Dispón tú mismo nuestro corazón para que acoja cualquier experiencia
dolorosa, nuestra o de nuestros seres queridos, como una ocasión privilegiada de unirnos a ti,
que has querido salvarnos a precio de tu sangre.
Sólo cuando aceptemos cargar con el dolor de otros, como tú has asumido el nuestro,
podremos celebrar de verdad tu pascua y convertirnos en signos de esperanza para tantos
hermanos nuestros que esperan nuestra ayuda, nuestro sostén y nuestro aliento.