Comentario al evangelio del Miércoles 04 de Abril del 2012
Queridos amigos:
Hace varios años que el filósofo judío Levinas me ayudó a caer en la cuenta de lo que significa el
rostro humano. Es la parte de nuestro cuerpo que nosotros nunca podemos ver directamente. Y, sin
embargo, la parte que los demás ven. Más aún: el rostro es como una concentración de nuestro cuerpo
entero para los demás. Son los demás quienes nos dicen: "Te veo hoy con mala cara" o "Tienes buena
cara". Nuestro rostro es la ventana por la cual se comunica lo que somos. Comunican nuestros ojos y
comunican nuestros labios. Una frente fruncida es señal de preocupación. Unos labios apretados
indican rabia. Una sonrisa transmite alegría.
Si el rostro es un concentrado de humanidad, ¡qué fuerza adquieren las palabras del profeta Isaías ("No
oculté el rostro a insultos y salivazos") o las del salmo 68 ("La vergüenza cubrió mi rostro")!
Junto al sentido del oído, hoy ponemos a punto también el sentido de la vista para contemplar el rostro
de Jesús durante los próximos días. Se trata de un mapa en el que están registrados los gozos y
sufrimientos de todos los hombres.
En vísperas de su muerte, el rostro de Jesús resume la entera trayectoria de su vida terrena: sus largos
años de laboratorio nazareno y sus pocos meses o años de itinerancia misionera por tierras de Galilea y
de Jerusalén.
¿Cómo veían el rostro de Jesús sus discípulos cuando le preguntaban, uno tras otro, incluido Judas, la
pregunta del millón: "¿Soy yo acaso, Señor?". ¿Verían preocupación, rabia, frustración, derrota? ¿O
verían un rostro luminoso, sobrecargado de amor en cada una de sus millones de células?
"Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro". Esta es la súplica que brota en un día como hoy
en el que millones de personas se ponen en camino hacia los lugares donde van a pasar los días del
triduo sacro.
¿Se puede vivir el triduo sacro estando de vacaciones? ¿Se ha convertido la Semana Santa en un simple
período vacacional, salpicado con algún rito folclórico religioso a modo de relleno para tranquilizar la
conciencia? Quizá podemos responder con sencillez. Se puede vivir el triduo sacro en cualquier lugar
... con tal de que no tengamos miedo a buscar y contemplar el rostro de Cristo. No importa tanto el
lugar cuanto el coraje de dirigir nuestros ojos a ese rostro cubierto de insultos y salivazos y, sin
embargo, hermoso, radiante, perdonador. Ese rostro se muestra en la liturgia de la iglesia y se muestra
en las personas sufrientes que, sin duda, iremos encontrando. Por mucho derecho que tengamos al
descanso, no podemos mirar en otra dirección, porque en el familiar con problemas o en el que nos
sirve en un hotel podemos descubrir al Cristo que sigue sufriendo hoy. Volver la espalda a esos rostros
tan reales es volver la espalda al Cristo que nos mira.
"Oculi nostri ad Dominum Jesum" canta la liturgia. "Nuestros ojos están vueltos al Señor Jesús". Ojalá
podamos aguzar la vista para contemplar este rostro en cualquier lugar en el que nos encontremos
durante los próximos días.
Jesus Losada