Semana Santa
Con permiso de dominicos.org
Lunes Santo.
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania. Allí le ofrecieron una cena”
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de Isaías 42, 1-7
Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien
prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las
naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no
la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho,
no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes
que esperan las islas.» Así dice el Señor Dios, que creó y desplegó los cielos,
consolidó la tierra con su vegetación, dio el respiro al pueblo que la habita y el
aliento a los que se mueven en ella: «Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te
he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de
las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la
prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»
Sal 26, 1. 2. 3. 13-14 R. El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mí
vida, ¿quién me hará temblar? R. Cuando me asaltan los malvados para devorar
mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R. Si un ejército
acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento
tranquilo. R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en
el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Juan 12,1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien
había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía,
y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de
perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó
con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote,
uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido
este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? .» Esto lo dijo,
no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la
bolsa llevaba lo que iban echando. Jesús dijo: - «Déjala; lo tenía guardado para
el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero
a mí no siempre me tenéis.» Una muchedumbre de judíos se enteró de que
estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que
había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar
también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en
Jesús.
II. Oramos con la Palabra
CRISTO JESÚS: hoy, con María de Betania, me pongo a tus pies para llorar mis
pecados y esperar tu perdón. El mejor perfume que puedo ofrecerte es
permanecer a tu lado en los días tensos que se acercan. Quiero que ésta sea mi
Semana SANTA, y no sólo de nombre.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
Comenzamos la última semana de cuaresma, la Semana Santa. Tendremos
como primera Lectura los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé de Isaías. Hoy, el
primero. Al través de ellos iremos viendo a un Siervo que prefigura a Jesús, el
Mesías. Hoy, en concreto, lo vemos como el elegido de Dios y lleno de su
Espíritu, describiéndonos su forma de actuar.
En Betania, “seis días antes de la Pascua”, en un día como hoy, Jesús se despide
de sus amigos con gestos mutuos de la mayor cercanía y amistad. También está
Judas, pero hoy no cuenta.
María, la “despilfarradora”; Marta, la “hacendosa”
“Marta servía. María, tom una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso,
le ungi a Jesús los pies y se los enjug con su cabellera”. A Marta ya la
habíamos visto preocupada de que Jesús se encontrara a gusto en su casa,
incluso cuando había detalles que indicaban un fatal desenlace, cuando todavía
estaba reciente lo que había sucedido a Lázaro. También habíamos visto a María
más preocupada por escuchar a Jesús y estar con él y junto a él. Pero, el gesto
de hoy no se lo esperaba nadie.
Tiene lugar en el mejor marco, cuando Jesús está rodeado por sus mejores
amigos, y en Betania, donde él se sentía tan a gusto. En este marco y en este
ambiente tan amigable sobresalen dos actitudes: la de María y la de Judas.
María sólo muestra amor, gratitud y cercanía personal; Judas, resentimiento,
distancia y desamor.
Y, para que este gesto pudiera tener lugar, “Marta servía”. “Servía” para que
Lázaro pudiera estar a la mesa con Jesús; para que los discípulos estuvieran a
gusto; para que no faltara detalle alguno; para que María pudiera seguir
“escogiendo la mejor parte”. Y, sobre todo, porque Jesús, su mejor amigo y,
además, el Maestro, el Mesías, el Hijo de Dios, estaba allí, en su casa, con ella,
con María y con Lázaro, y quería y procuraba lo mejor para él. Por eso, “servía”.
La Unción de Betania
Este gesto de la Unción en Betania no es exclusivo de Juan, lo relatan también
los sinópticos, pero con matices diferentes. Todos lo sitúan en Betania, aunque
Lucas no lo diga expresamente. Pero, mientras Juan lo coloca en casa de Lázaro,
Mateo, Lucas y Marcos lo hacen en casa de Simón, el fariseo. Para Juan, la
mujer es María, la hermana de Marta y Lázaro; para Marcos y Mateo, la mujer
que hace la uncin no tiene nombre; y para Lucas es “la pecadora”. Según Juan
y Lucas, la mujer unge los pies de Jesús; según Mateo y Marcos, la cabeza.
Pero, lo importante es que todos narran el gesto de la Unción, que nosotros hoy
seguiremos según lo relata San Juan.
La mayor alabanza de este gesto la hizo el mismo Jesús, al tiempo que defendía
a María de las palabras “envenenadas” de Judas: “ ¿Por qué no se ha vendido
este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?” A lo que
Jesús dijo: “Déjala, lo tenía preparado para mi sepultura”. Y Marcos aade estas
palabras de Jesús: “En verdad os digo que en cualquier parte del mundo donde
se predique el Evangelio, se hablará de lo que ésta ha hecho para memoria
suya” (14,9).
Jesús se deja querer. ¿Qué importa el precio cuando está en juego el valor? Y
Jesús aprecia el valor del gesto. Y acepta ser querido, valorado y consolado en el
hogar de sus amigos, en Betania. Y lo interpreta como la unción adelantada a
aquélla que una semana más tarde querrán hacer sobre su cuerpo María y otras
mujeres amigas, y no podrán. Iban a buscar entre los muertos al que vivía.
María se adelantó y a Jesús le agradó su acción por la actitud que entrañaba.
Este es nuestro destino: ser “Martas” y “Marías”. Intentar recrear “Betanias”
donde todos, Jesús y nosotros, nos sintamos a gusto, en casa, en el hogar
anticipo del cielo.
Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino