Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Solemnidad de la Pascua
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Hemos comido y bebido con él después de su resurrección
* Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. *
Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo * Él había de resucitar de entre
los muertos.
Textos para este día:
Hechos 10,34a.37-43:
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Conocéis lo que sucedió en el país
de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en
Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu
Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque
Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en
Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día
y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a
nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos
encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado
juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que
creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados."
Salmo 117:
Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su misericordia. / Diga la
casa de Israel: / eterna es su misericordia. R.
La diestra del Señor es poderosa, / la diestra del Señor es excelsa. / No he de
morir, viviré / para contar las hazañas del Señor. R.
La piedra que desecharon los arquitectos / es ahora la piedra angular. / Es el Señor
quien lo ha hecho, / ha sido un milagro patente.
Colosenses 3,1-4:
Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba,
donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no
a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida
en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros
apareceréis, juntamente con él, en la gloria.
Juan 20,1-9:
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando
aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde
estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: "Se
han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto." Salieron
Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro
discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y,
asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro
detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que
le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un
sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero
al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que
él había de resucitar de entre los muertos.
Homilía
Temas de las lecturas: Hemos comido y bebido con él después de su resurrección
* Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. *
Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo * Él había de resucitar de entre
los muertos.
1. Más que un hombre bueno
1.1 La primera lectura de este Día solemne y bello nos sorprende con su intenso
realismo. Dice Pedro: "comimos y bebimos con él, después que resucitó de entre
los muertos". La primera y fundamental afirmación de este Día grande es que el
Cuerpo del Resucitado es real. Su Cuerpo es real, realísimo, y POR ESO sabemos
que su Resurrección es real, realísima.
1.2 Estas afirmaciones resultan conocidas y obvias para la mayor parte del pueblo
cristiano, pero lamentablemente no son todavía la fe común. Hay teólogos que con
razones especiosas creen poder afirmar que la Resurrección del Señor fue ante todo
un hecho "espiritual", entendiendo espiritual como "independiente de los datos de
los sentidos". Según ellos, como se han atrevido a decir, si se encontrara el cadáver
de Cristo lo esencial de nuestra fe estaría a salvo, porque lo que creemos se
sintetiza en el amor y el servicio a los hermanos, como lo practicó Jesús. Es lo que
también predican los Testigos de Jehová.
1.3 Frente a este modo de reducir a Cristo a un buen predicador del amor mutuo
está el realismo casi crudo de Pedro en la primera lectura de hoy: "comimos y
bebimos con él, después que resucitó de entre los muertos". Quien así habla, ¿sabía
que existía un cadáver de Jesús Crucificado pudriéndose en algún rincón de
Palestina? ¿Lo sabía y lo ocultaba, o lo ignoraba y decía sus deseos hablando en voz
alta? ¿Eso de "comimos y bebimos" era una alucinación, un engaño que otros le
habían causado... o quizá algo que él había buscado supuestamente para no
regresar a la vida dura de pescador en Galilea, según enseñaron algunos
protestantes liberales? ¿Prefirió entonces Pedro ser perseguido, calumniado,
torturado y finalmente muerto con tal de sostener algo que él supuestamente sabía
que era mentira? ¡Hasta dónde puede llegar el absurdo de la mente humana
cuando quiere mediar a Dios y a su poder con sus solos recursos y teorías!
2. ¿Por qué tenía que resucitar?
2.1 Pedro asegura la verdad del Cuerpo del Resucitado. ¿Por qué es tan
importante? ¿No basta acaso, como quieren aquellos teólogos liberales, con afirmar
que Cristo fue sincero, bueno, coherente y que nos ha mostrado un camino de
solidaridad y servicio hasta el extremo? ¿Qué le agrega la resurrección corporal de
Cristo a todo su mensaje, que de por sí es fuerte, bello y capaz de reconstruir a los
seres humanos y a la sociedad?
2.2 Nadie discute que predicar de un modo consecuente la bondad entre los seres
humanos es una cosa buena. Es algo que de hecho ha practicado mucha gente de
muy diversos tiempos, culturas y... religiones. Tampoco hay que discutir si Cristo
hizo eso. El punto es si la misión de Cristo se reduce a eso y si eso sólo explica el
modo de su muerte. No olvidemos que el Señor tuvo muchas oportunidades de
escabullirse de la espantosa muerte que veía venir.
2.3 Si la vida humana la consideramos únicamente en términos de la realidad que
alcanzan a ver nuestros ojos, es decir, en términos de lo "intramundano", nada
necesitamos más allá de una buena y sensata predicación que nos ayude a no ser
perversos y a tratar de ser solidarios. Para eso no se necesitaba un nacimiento
virginal, ni milagros, ni exorcismos, ni mucho menos los padecimientos atroces de
la Cruz. Confucio, Buda o Mahoma hablaron con elocuencia sobre aprender a ser
buenos, pacientes, mansos, puros... y hay incluso ateos que nos han dado
discursos bien hilados sobre estas materias. Sartre decía que el existencialismo
(ateo) era un modo supremo de humanismo.
2.4 Las cosas cambian cuando descubrimos que la vida sobre esta tierra no es
todo; cuando entendemos que la maldad no es un problema solamente de
disfuncionalidad social que puede repararse agrupando buenas intenciones. La
maldad ejerce poder y tiene encanto, y para muchas personas, incluidos nosotros,
en muchas situaciones ha resultado que ser malo es deseable, provechoso e incluso
deleitable. Todo el Antiguo Testamento es la historia de cómo el bien sensato,
condensado en los Diez Mandamientos, finalmente no logra abrirse paso porque el
corazón humano es incomprensible en sus arranques de codicia, envidia, soberbia,
estupidez o capacidad de crueldad. El misterio de ese mal que es absurdo y sin
embargo poderoso, que nos hace daño y sin embargo nos reporta beneficios, nos
obliga a bucear en nuestras almas y no contentarnos con una nación ingenua del
mal, como si hacer el mal fuera siempre un asunto de ignorancia del bien.
2.5 Es sobre todo la abundancia y persistencia del mal la que nos conduce a la
pregunta ineludible para toda razón depsierta: "¿cuál es el sentido de mi vida?". En
efecto, si nuestras tareas y esfuerzos no parecen cambiar sustancialmente las
cosas, pues a un gobierno le sigue otro y a una moda otra y a un amante otro,
¿para qué es la vida? ¿Tengo que soportar sin más la bofetada de la muerte y
rendirme a su imperio? ¿Soy una sombra que persigue fantasías, soy una "pasión
inútil"? ¿Para qué sirve pensar: únicamente para descubrir que puedo ver lo que
podría ser y no será, y puedo entender lo que podría tener y jamás poseeré? ¿Hay
tortura más amarga, hay suplicio más absurdo?
3. Pascua y Cruz
3.1 Como se ve el problema del mal nos conduce al problema de la muerte, que
con otras palabras es el problema del sentido de la vida. Y si Cristo fue sólo un
predicador más de las bondades de que vivamos en paz, comprensión y solidaridad,
¡qué muerte tan tonta la suya! ¡Qué insensatez dejarse escupir, azotar y crucificar!
Para decirnos que era bueno ser buenos, cosa que cualquiera admite con su mente,
Cristo hubiera podido dedicarse a coleccionar pensamientos bellos y bien
redactados como Confucio, y no era preciso que llegara a la Cruz.
3.2 La Cruz de Cristo agudiza hasta el paroxismo el tema del sentido de la vida. He
aquí un hombre bueno, sincero, puro, generoso, sabio... retorciéndose de dolor y
asfixia en un madero frente a la mirada impasible, burlona y desalmada de sus
peores enemigos. ¿No es eso el resumen de nuestra angustia? ¿No es Cristo en la
Cruz el grito agónico que nos nace del alma cuando queremos ser bondadosos y
coherentes, y a la vez nos preguntamos si ello podría valer la pena?
3.3 El destino del Crucificado nos interesa sobremanera porque nos interesa qué le
pasa al que quiere ser consecuentemente bueno. Si toda bondad acaba en el polvo,
si de los bienes sólo quedan recuerdos que harán que otros intenten ser buenos
para también disolverse en el polvo, ¿qué clase de "buena nueva" es esa? ¿Qué
estamos predicando? ¿Anunciamos un bien impotente cuyo único triunfo es que
otros intenten esa misma impotencia? ¡Vana sería nuestra fe! , grita san Pablo (1
Cor 15,14).
3.4 Vemos, en efecto, que los esfuerzos y las buenas intenciones no terminan de
sanear este mundo y nos ponemos a predicar que hay que seguirlo intentando,
aunque no haya resultados y aunque nuestra herencia sea el silencio polvoriento
del sepulcro. ¡Triste y engañosa, inhumana y falsa sería una religión que tal
pretendiera! Si el Crucificado se ha quedado en la tumba, allá deben quedar
nuestros mejores sueños y nuestras fatuas esperanzas, porque si él no ha
cambiado nada en el destino final de los hombres, nada queda tampoco sino
"comamos y bebamos que mañana moriremos". Sobre el cadáver de Cristo, si tal
fuera el caso, nada hay para celebrar sino la carcajada descompuesta de la muerte.
3.5 Mas así como la Cruz nos obliga a apurar el sentido de la Pascua, la Pascua
colma de su claridad a la Cruz.
4. La verdad del Cuerpo de Cristo
4.1 El Cuerpo verdadero del Resucitado enseña con su esplendor que la muerte no
es la palabra definitiva y que todos los que pretenden dominarnos produciendo
tortura, exclusión, terror o muerte no serán para siempre los señores de la tierra.
4.2 Una vez que entendemos que ningún daño definitivo se puede causar a los que
apuestan radicalmente por el bien, incluso más allá de su propia vida, entendemos
también la enseñanza del Apóstol, en la segunda lectura de hoy: hemos resucitado
con Cristo, tenemos ya una razón profunda y una fuerza invencible que nos
permiten "buscar los bienes de allá arriba". Si la vida sin esperanza es un largo
prefacio de infierno, la vida con la esperanza puesta en el Resucitado es una
degustación de cielo .
4.3 Como el discípulo amado hoy somos invitados todos a ver y creer. Palpemos a
través de los testigos inmediatos, gocemos a través de sus ojos asombrados,
cantemos a través de su voz jubilosa: Es verdad; ha resucitado; aleluya, ¡aleluya!