EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 6,1-15.
Después de esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe:
"¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera
comer un pedazo de pan".
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es
esto para tanta gente?".
Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se
sentaron y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo
mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los
pedazos que sobran, para que no se pierda nada".
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco
panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es,
verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo".
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez
solo a la montaña.
Comentario del Evangelio por
Catecismo de la Iglesia católica
§ 1333-1335
«Antes de la Pascua, la gran fiesta de los judíos»
En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran el pan y el vino
que, por las palabras de Cristo y por la invocación del Espíritu Santo, se convierten
en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la orden del Señor, la Iglesia continúa
haciendo, en memoria de Él, hasta su retorno glorioso, lo que Él hizo la víspera de
su pasión: "Tomó pan...", "tomó el cáliz lleno de vino...". Al convertirse
misteriosamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan y del vino
siguen significando también la bondad de la creación. Así, en el ofertorio, damos
gracias al Creador por el pan y el vino (cf Sal 104,13-15), fruto "del trabajo del
hombre", pero antes, "fruto de la tierra" y "de la vid", dones del Creador. La Iglesia
ve en en el gesto de Melquisedec, rey y sacerdote, que "ofreció pan y vino" (Gn
14,18), una prefiguración de su propia ofrenda (cf Plegaria Eucaristía I o Canon
Romano, 95; Misal Romano).
En la Antigua Alianza, el pan y el vino eran ofrecidos como sacrificio entre las
primicias de la tierra en señal de reconocimiento al Creador. Pero reciben también
una nueva significación en el contexto del Éxodo: los panes ácimos que Israel come
cada año en la Pascua conmemoran la salida apresurada y liberadora de Egipto. El
recuerdo del maná del desierto sugerirá siempre a Israel que vive del pan de la
Palabra de Dios (Dt 8,3). Finalmente, el pan de cada día es el fruto de la Tierra
prometida, prenda de la fidelidad de Dios a sus promesas. El "cáliz de bendición" (1
Co 10,16), al final del banquete pascual de los judíos, añade a la alegría festiva del
vino una dimensión escatológica, la de la espera mesiánica del restablecimiento de
Jerusalén. Jesús instituyó su Eucaristía dando un sentido nuevo y definitivo a la
bendición del pan y del cáliz.
Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la
bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar
la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía (cf.
Mt 14,13-21; 15, 32-29). El signo del agua convertida en vino en Caná (cf Jn 2,11)
anuncia ya la Hora de la glorificación de Jesús. Manifiesta el cumplimiento del
banquete de las bodas en el Reino del Padre, donde los fieles beberán el vino nuevo
(cf Mc 14,25) convertido en Sangre de Cristo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”