EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 24,35-48.
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían
reconocido al partir el pan.
Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y
les dijo: "La paz esté con ustedes".
Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu,
pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?
Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene
carne ni huesos, como ven que yo tengo".
Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero
Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?".
Ellos le presentaron un trozo de pescado asado;
él lo tomó y lo comió delante de todos.
Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario
que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y
en los Salmos".
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras,
y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos
al tercer día,
y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la
conversión para el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de todo esto.
Comentario del Evangelio por
San Pedro Crisólogo (v. 406-450), obispo de Rávena, doctor de la Iglesia
Sermón 31, 8º sobre la Resurrección del; PL 52, 427
«Tócame y mira»
Después de la resurrección, como el Señor había entrado con todas las
puertas cerradas (Jn 20,19), los discípulos no creían que había recuperado la
realidad de su cuerpo, sino suponían que sólo su alma había regresado bajo una
apariencia corporal, como las imágenes que se presentan a los que tienen en su
sueño. "Creían que veían un espíritu "...
"¿Por qué estáis turbados, y por qué tenéis pensamientos inquietantes en
vuestros corazones? Ved mis manos y mis pies". Ved, es decir: estad atentos. ¿Por
qué? Porque no es un sueño lo que estáis viendo. Ved mis manos y mis pies, ya
que, con vuestros ojos agobiados, no podéis todavía ver mi rostro. Ved las heridas
de mi carne, ya que todavía no veis las obras de Dios.
Contemplad las marcas hechas por mis enemigos, ya que todavía no percibís
las manifestaciones de Dios. Tócame, para que tu mano te dé la prueba, ya que tus
ojos están cegados... Descubre los agujeros de mis manos, busca en mi costado,
reabre mis heridas, porque no puedo negarles a mis discípulos con vistas a la fe, lo
que no les negué a mis enemigos para mi suplicio. Tocad, tocad, ahondad entre los
huesos, para confirmar la realidad de la carne, y que estas heridas todavía abiertas
atestiguan que son bien mías...
¿Por qué no creéis que he resucitado, yo que devolví a la vida a varios
muertos ante vuestros ojos?... Cuando estaba colgado en la cruz, me insultaban
diciendo: "El que salvó a otros, no puede salvarse a sí mismo. Que descienda de la
cruz y creeremos" (Mt 27,40). ¿Qué es más difícil, descender de la cruz arrancando
los clavos o regresar de los infiernos pisoteando la muerte? Yo mismo me salvé, y
rompiendo las cadenas del infierno, subí hacia lo alto.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”