EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 20,19-31.
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las
puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó
Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron
de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí,
yo también los envío a ustedes".
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos
a los que ustedes se los retengan".
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando
llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no
veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los
clavos y la mano en su costado, no lo creeré".
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba
con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en
medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano:
Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".
Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!".
Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber
visto!".
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se
encuentran relatados en este Libro.
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de
Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Comentario del Evangelio por
San Basilio de Seleucia (?-v. 468), obispo
Sermón para el día de Resurrección
«Hemos visto al Señor»
Escondidos en una casa, los apóstoles ven a Cristo; entra, con todas las
puertas cerradas. Pero Tomás, ausente entonces, cierra sus oídos y quiere abrir sus
ojos... Deja estallar su incredulidad, confiando así en que su deseo será concedido.
"Mis dudas desaparecerán en cuanto lo vea, dice. Pondré mi dedo en las marcas de
los clavos, y estrecharé al Señor al que tanto deseo.
Que censure mi falta de fe, pero que me colme con su vista. Ahora soy
descreído, pero después de verlo, creeré. Creeré cuando lo abrace y lo contemple.
Quiero ver sus manos agujeradas, que han curado las manos maléficas de Adán.
Quiero ver su costado, que cazó a la muerte del costado del hombre. Quiero ser
testigo del Señor y el testimonio de otro no me basta. Lo que contáis exaspera mi
impaciencia. La buena noticia que me dais, sólo aumenta mi turbación. No curaré
este dolor, si no le toco con mis manos. "
El Señor se vuelve a aparecer y disipa al mismo tiempo la tristeza y la duda
de su discípulo. ¿Qué digo? No disipa su duda, colma su espera. Entra, con todas
las puertas cerradas.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”