Comentario al evangelio del Jueves 12 de Abril del 2012
Queridos amigos y amigas
La novedad de la resurrección no cabe el en lenguaje corriente; no se puede ver con la mirada habitual
y con la lógica de lo sensible. La resurrección de Jesús es un acontecimiento inédito, desborda hacia
delante y hacia la vida anterior del Mesías. Pero no es un milagro aislado; está dentro de la lógica de la
Escritura: “resucitará de entre los muertos al tercer día”.
El resucitado no es un fantasma. Es el mismo Jesús crucificado; lleva las señales de cuerpo; “soy yo en
persona”. Desde esa necesidad de afirmar la identidad entre el crucificado y el resucitado se explica la
insistencia del evangelio de hoy en el carácter material del resucitado. Tiene manos y pies, se le puede
tocar, come pez asado delante de ellos. Teniendo en cuenta el conjunto de los datos del NT, estas
expresiones quieren decir simplemente que no es un fantasma, que es el mismo Jesús encarnado. No se
pueden interpretar como afirmación directa sobre el carácter material, histórico y mortal del cuerpo
resucitado de Jesús.
El discurso de Pedro nos trasmite el primitivo kérigma cristológico. El Dios de nuestros padres ha
glorificado a su siervo Jesús. Son significativos los nombres que se dan a Jesús: justo, siervo, santo,
pionero de la vida…La glorificación por parte de Dios se contrapone a la acción destructora de los
judíos al entregar y rechazar a Jesús. La segunda antítesis contrapone a Jesús y a Barrabás: los judíos
renegaron de Jesús y pidieron el indulto de un asesino. La tercera antítesis: matasteis al autor de la
vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
Lucas insiste en la continuidad de la historia de la salvación según la Escritura: somos los hijos de los
profetas, los hijos de la alianza.
Bonifacio Fernandez, cmf