Comentario al evangelio del Viernes 13 de Abril del 2012
Queridos amigos y amigas
La nueva forma de presencia del Mesías requiere una pedagogía. El resucitado es el mismo Jesús pero
no es lo mismo. Jesús se presenta en la orilla del lago, pero nos discípulos no saben que es Jesús. Están
en medio de la faena cotidiana de la pesca. La nueva forma de presencia no es invasora: invita a echar
de nuevo las redes, prepara la comida de pan y pescado, les invita a almorzar. Jesús reparte el pan y el
pescado. Su presencia se hace certeza en los discípulos, la sienten, la notan; el discípulo amado
confiesa “es el Señor”. No cabe duda el Resucitado está con ellos.
Como comunidad nacida de la Pascua seguimos anunciado y proclamando la gran noticia: este es el día
en que actúo el Señor; nos llena de gozo y de alegría. Su amor es eterno, su misericordia es eterna.
Resucitó a Jesús de entre los muertos; su acción es la antítesis de las acciones de los jefes del pueblo.
Ellos son los arquitectos que desecharon a la piedra angular. Dios lo ha constituido en ángulo y
fundamento del edificio entero. Ha sido un milagro patente. Sólo el Dios resucitador puede hacerlo. Y
la Iglesia se siente con el encargo de anunciar esto. Y con la valentía para hacerlo incluso frente a los
adversarios. Se siente legitimada y capacitada para continuar la misión de Jesús: sigue curando a los
enfermos que lo hacía Jesús en su historia. Y en su nombre.
¿Tenemos experiencia de la resurrección?
¿Necesitamos que alguien o algo no se nos muera para siempre?
Bonifacio Fernandez, cmf