Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Octava de Pascua,
Miércoles
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a
andar * Que se alegren los que buscan al Señor. * Lo reconocieron al partir el pan
Textos para este día:
Hechos 3,1-10:
En aquellos días, subían al templo Pedro y Juan, a la oración de media tarde,
cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los
días en la puerta del templo llamada "Hermosa", para que pidiera limosna a los que
entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con
Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo: "Míranos." Clavó los ojos en ellos,
esperando que le darían algo. Pedro le dijo: "No tengo plata ni oro, te doy lo que
tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar."
Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies
y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el
templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. La gente lo vio andar alabando
a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la
puerta Hermosa, quedaron estupefactos ante lo sucedido.
Salmo 104:
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, / dad a conocer sus hazañas a los
pueblos. / Cantadle al son de instrumentos, / hablad de sus maravillas. R.
Gloriaos de su nombre santo, / que se alegren los que buscan al Señor. / Recurrid
al Señor y a su poder, / buscad continuamente su rostro. R.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo; / hijos de Jacob, su elegido! / El Señor es nuestro
Dios, / él gobierna toda la tierra. R.
Se acuerda de su alianza eternamente, / de la palabra dada, por mil generaciones;
/ de la alianza sellada con Abrahán, / del juramento hecho a Isaac. R.
Lucas 24,13-35:
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a
una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando
todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se
acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" Ellos se
detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres
tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él
les preguntó: "¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un
profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo
entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a
muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de
Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres
de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro,
no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una
aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros
fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a
él no lo vieron."
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los
profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?"
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería
a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir
adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque
atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa
con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les
abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y
nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a
Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que
estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón."
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido
al partir el pan.
Homilía
Temas de las lecturas: Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a
andar * Que se alegren los que buscan al Señor. * Lo reconocieron al partir el pan
1. "Lo que tengo, eso te doy..."
1.1 Los Hechos de los Apóstoles, si bien lo pensamos, son los hechos de Cristo
Resucitado. Porque los únicos "hechos" que salían del corazón asustado de esos
pobres hombres eran: esconderse, callarse, llorar de miedo, huir. Por contraste, los
"hechos" que les vemos realizar en los textos que oímos en Pascua son en todo
maravillosos. He aquí hombres valientes, llenos de luz, de pureza, de desinterés, de
gallardía, de vida interior, de generosidad. ¿Qué ha sucedido? Lo que también
puede suceder en nosotros: llevan a Cristo Vivo en su corazón.
1.2 Por eso puede decir el apóstol Pedro: "lo que tengo, eso te doy". Es que tiene
vida adentro, tiene a Cristo adentro, tiene fuerza capaz de levantar a uno y muchos
paralíticos, a uno y muchos muertos.
1.3 Descubramos la diferencia entre lo que aquel paralítico pidió y lo que recibió.
Pedía una limosna que podía aliviar su necesidad de un día; recibió curación para el
resto de sus días. Este hombre tenía que quedarse siempre "a la puerta" del
templo; la curación, en maravillosa alegoría, le permite "entrar" al templo y
proclamar como los demás y junto con los demás las glorias de Dios. Este
paralítico, en fin, era "llevado por otros"; ahora, ya curado, "lleva a otros" a que se
encuentren con la noticia fantástica del amor divino hecho presente y real entre los
hombres.
2. De camino a Emaús
2.1 Emaús es un tremendo símbolo, después de la escena que nos cuenta el
evangelio de hoy. Es el símbolo del fracaso, de la dispersión, de la desilusión. Estos
dos discípulos que se van de Jerusalén son una imagen de todos aquellos que se
habían ilusionado con Cristo y que ahora, perplejos por la Cruz, no ven otro camino
que la huida, la retirada, el largo duelo por haberse atrevido a soñar con un mundo
mejor.
2.2 Jesús los alcanzó. Se hizo "el encontradizo", salió al paso de ese duelo que
punzaba sus almas y ensombrecía sus rostros. ¡Dios, cuánta misericordia en ese
solo hecho! ¡Qué piedad la del Señor, que no abandona a los que le abandonan y
que busca mostrar su rostro a los que ya le daban la espalda!
2.3 Cristo les explica las Escrituras. Hace camino con ellos, no sólo en cuanto une
sus pies a los de estos entristecidos, sino sobre todo en cuanto recorre a su lado la
senda interior que lleva de la oscuridad a la luz y de la desolación a la esperanza.
Así también Cristo sigue haciendo camino con su pueblo y con todos los pueblos y
gentes. No nos desanimemos de ver desánimo incluso en quienes han estado con
nosotros oyendo al Maestro. Bien es posible que si ellos huyen Cristo camine más
rápido y en algún recodo del camino les alcance con el poder de su gracia.
2.4 Lo reconocieron "al partir el pan". Es el gesto entrañable, el estilo único, la
manera caritativa y bella de Jesús. Tiene que ser él; nadie más parte así el pan,
nadie lo agradece como él, nadie lo bendice y nos bendice como él. ¡Qué
hermosura, qué dulzura, qué ternura! Iglesia de Dios: ¡alégrate en Cristo, gózate
en su Pascua, reconócelo en el Pan!