La resurrección de Cristo da fuerza y significado a mi esperanza.
2012-04-10
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 20, 11-18
El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de
Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de
blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la
cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: «¿Por qué estás
llorando, mujer?». Ella les contestó: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé
dónde lo habrán puesto».
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
Entonces Él le dijo: «Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?». Ella,
creyendo que era el jardinero, le respondió: «Señor, si Tú te lo llevaste, dime
dónde lo has puesto». Jesús le dijo: «¡María!». Ella se volvió y exclamó:
«¡Rabuní!», que en hebreo significa «maestro». Jesús le dijo: «Déjame ya, porque
todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: «Subo a mi Padre y su
Padre, a mi Dios y su Dios»».
María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor
y para darles su mensaje. Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, cuánta ofuscación, cuántos miedos, cuántas tentaciones me alejan
fácilmente de mi camino a la santidad. Me cuesta rezar, me cuesta guardar silencio,
me cuesta no percibir, no sentir que me estés escuchando… Pero creo y confío en
que, a pesar de mi debilidad, Tú siempre estés a mi lado. ¡Ven e ilumina mi
oración!
Petición
Señor, permite reconocerte en tu Palabra y en esta meditación, así como le sucedió
a María Magdalena.
Meditación
La resurrección de Cristo da fuerza y significado a mi esperanza.
«Hasta hoy -incluso en nuestra era de comunicaciones supertecnológicas- la fe de
los cristianos se basa en aquel anuncio, en el testimonio de aquellas hermanas y
hermanos que vieron primero la losa removida y el sepulcro vacío, después a los
mensajeros misteriosos que atestiguaban que Jesús, el Crucificado, había
resucitado; y luego, a Él mismo, el Maestro y Señor, vivo y tangible, que se
aparece a María Magdalena, a los dos discípulos de Emaús y, finalmente, a los once
reunidos en el Cenáculo. La resurrección de Cristo no es fruto de una especulación,
de una experiencia mística. Es un acontecimiento que sobrepasa ciertamente la
historia, pero que sucede en un momento preciso de la historia dejando en ella una
huella indeleble. La luz que deslumbró a los guardias encargados de vigilar el
sepulcro de Jesús ha atravesado el tiempo y el espacio. Es una luz diferente, divina,
que ha roto las tinieblas de la muerte y ha traído al mundo el esplendor de Dios, el
esplendor de la Verdad y del Bien» (Benedicto XVI, Mensaje Urbi et orbi , Pascua
2011).
Reflexión apostólica
«En nuestra vida y en nuestro apostolado existe la tentación de confiar demasiado
en nuestras propias fuerzas y demasiado poco en la gracia de Dios. La verdad es
que sin Él no podemos hacer nada sustancial y duradero por Cristo y la Iglesia.
Necesitamos siempre el auxilio y la luz de Dios para vivir nuestra vocación»
(Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 170).
Propósito
Ante las dificultades y frustraciones de este día, ejercitar mi fe y mi confianza en
Cristo.
Diálogo con Cristo
Jesús, el conocer el amor que María Magdalena experimentó, me llena de consuelo.
Ella te amó y fue fiel en el Calvario. Se mantuvo firme en su misión de propagar
con energía y convicción el anuncio de tu resurrección. Y fue capaz de amar así
porque se sintió amada, acogida, protegida por Ti, que ves más allá de la debilidad.
Gracias, Señor, por tu amor, sé que me amas de la misma forma y espero
corresponder a tan inmenso amor, ¡ayúdame a crecer en el amor!
«Cristo, en su actitud con la Samaritana, con Zaqueo, con la adúltera o con la
Magdalena, obra siempre con bondad y comprensión»
( Cristo al centro, n. 1450).