VIERNES SANTO EN LA PASION DEL SEÑOR
DIOS SE HA REVELADO COMO AMOR
La Palabra: "Para eso he nacido y para eso he venido al mundo, para ser testigo
de la verdad" (relato de la Pasión de Jesucristo según san Juan).
1. El Viernes Santo es un día de tristeza porque la muerte injusta en la cruz dictada
contra el Justo, evoca el silenciamiento de tantas víctimas a lo largo de la historia
humana. Los seres humanos, movidos por el egoísmo, una y otra vez matamos a
nuestro hermano Abel y olvidamos que todos somos responsables de todos y que
cada uno lleva escrita en su frente la prohibición: "no matarás".
2. Pero en el Viernes Santo celebramos también la epifanía o manifestación del
amor de Dios a favor de toda la humanidad y de la creación entera. No es fácil verlo
así para muchos que funcionan con un esquema frecuente: por el pecado
ofendemos a Dios, cuyo honor es infinito, y gracias a la muerte del Hijo, ese honor
queda satisfecho. Un esquema que nada tiene que ver con el Dios revelado en la
conducta histórica de Jesús: el padre del hijo pródigo, el amo de la viña que paga
jornal completo también a los que llegaron tarde al trabajo, el señor de corazón
generoso que perdona una cuantiosa deuda sin pedir nada a cambio.
3. Según el evangelio, Dios es amor y no sabe más que amar. En la encarnación
ese amor caló de tal modo en la humanidad de Jesucristo, que fue capaz de vivir y
morir con amor. Lo que vence a la muerte y abre porvenir no es el sufrimiento sino
el amor. En la cruz se ha manifestado que el verdadero Dios no es una realidad
imaginaria o hipotética; no es un superpolicía ni juez insobornable alejado de los
seres humanos. Es "Dios-con-nosotros", que nos ama también cuando somos
pecadores; que nos mira siempre con amor y esperanza; alguien en quien, ocurra
lo que ocurra, siempre podemos confiar.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net